Opinion | 17 Jun La vejez y la depresión son problemas uruguayos, bien uruguayos. Sin embargo, no los cubre el manto de “vulnerables”, en tanto, la existencia de planes o una mejor atención para ambas poblaciones que requieren una respuesta rápida, estarían protocolizados como ocurre con la infancia.
Un aumento en la cantidad de pacientes psiquiátricos, que a nivel mundial se calcula en 15% --y Uruguay mantiene esa tendencia--, desnuda falta de profesionales, consultas esporádicas y automedicación. Incluso la problemática se agudiza en el Interior.
Hace dos años comenzó a regir el Plan de Prestaciones de Salud Mental, que obliga a brindar psicoterapia a determinados sectores para achicar la brecha asistencial. No obstante, la carencia de psiquiatras pediátricos y de adultos para responder a la demanda se da de bruces con la realidad.
Mientras tanto, al menos 25.000 adultos mayores sufren algún tipo de abuso o maltrato, como negligencia en los cuidados u otro tipo, según el último estudio del Departamento de Geriatría de la Facultad de Medicina. Casualmente, los sistemas de detección e información no consideran a los adultos mayores como una población de riesgo. El equipo técnico señaló que “se trata de un grave problema de salud pública y políticas sociales, subdiagnosticado y que rara vez deriva en alguna medida cautelar”. Las casas de salud que contienen a pacientes psiquiátricos y a adultos mayores, no cuentan con controles oficiales estrictos. Probablemente en estos casos, el largo brazo que asiste al argumento de “falta de personal” alcance nuevamente como respuesta para ambos colectivos. No obstante, en Uruguay hay más de 600.000 habitantes que son mayores de 60 años y 17 personas cada 100.000 se suicidan.
O mejor aún sirve para esclarecer este panorama la definición de la catedrática de Psiquiatría, Stella Boccino: “la afección mental más frecuente, por lejos, es la depresión. Muchas veces tiene que ver con la desesperanza de alcanzar los logros, y Uruguay es un país de depresión”.
Los técnicos calculan que el 1% de la población sufre esquizofrenia y el 1% es bipolar. En cuanto a la depresión, la última encuesta de Cifra que data de 2008, estima que es un trastorno que afecta al 18% de las mujeres y 11% de los hombres.
En algún punto, todo esto se une. Según Boccino, “la depresión baja las defensas y predispone a padecimientos como los infartos, el cáncer, la diabetes, enfermedades infecciosas y el Alzheimer”.
Ambas poblaciones pertenecen a grupos vulnerables, pero su invisibilidad atenta contra la predisposición a otorgar un marco de solución, donde el discurso de “la equidad” también los alcance.