Paysandú, Lunes 24 de Junio de 2013

“Herencias” poco edificantes, por falta de cautela

Opinion | 18 Jun Frecuentemente se escucha hablar de la “herencia maldita”, que recibe un gobierno o que dice recibir cuando se le entrega el mando por la administración anterior --de otro partido, naturalmente-- y considera que las cosas estaban mucho peor que lo que se decía por quienes ejercían el gobierno, y que por lo tanto el nuevo escenario condiciona severamente el poder cumplir los compromisos electorales.
Por supuesto, y como dice el refrán, hay de todo en la viña del señor, y hay situaciones y situaciones, porque generalmente en año electoral se maquilla la situación y se “patea la pelota para adelante”, postergando los problemas para el período siguiente, de forma de presentar ante la ciudadanía un panorama edulcorado a efectos de no pagar costos políticos en las urnas.
Este escenario se plantea tanto en el ámbito nacional como el departamental y naturalmente, el problema mayor para quienes así actúan surge cuando son reelectos, en el caso de los intendentes, o el nuevo presidente pertenece al mismo partido, por lo que el fardo que se generó por intereses electorales tiene que desatarse por el mismo partido que infló el problema, y difícilmente se puedan evitar los costos en la elección siguiente.
Así ha sido tradicionalmente la vida política en el Uruguay. Pero estas prácticas van en claro perjuicio de la ciudadanía y del país, que es uno solo y no del gobierno de turno, por lo que evidentemente hay responsabilidades que se eluden por quienes así proceden y no se actúa con perfil de estadista, que es cuando se anteponen los intereses del país ante los propios y los de su partido.
En fin, de todas formas, siempre es un tema opinable, porque hay formas y formas de ver las cosas o de transmitirlas, por lo menos para mantener un legítimo margen de duda sobre el verdadero origen de los problemas.
Empero, en el juego de gobierno-oposición, por regla general, por lo menos en la mayor parte del período --en tiempos electorales es mucho más difícil-- deberían promoverse acuerdos con un mínimo común denominador de coincidencias para que las decisiones no sean adoptadas unilateralmente por quien tiene en determinado momento el poder en sus manos, con mayorías parlamentarias, y en cambio se generen mayorías que excedan el ámbito partidario para asegurar la continuidad de las políticas, cualquiera sea el gobierno que le suceda en el mando, de forma de establecer reglas de juego más estables y se sienten las bases para desarrollar políticas de Estado. Por supuesto, el tener la visión de desarrollar políticas de Estado no es un seguro de bienestar, pero sí la forma en que deben hacerse las cosas para generar confiabilidad.
En el caso del actual período de gobierno, que se registra en un marco económico mundial ampliamente favorable para el país, con buenos precios y receptividad para nuestros commodities, sucede al de una administración Vázquez con condiciones externas aún más favorables, en lo que evidentemente constituyen un período de bonanza de los más largos que se recuerde, con avatares que sin embargo no nos han rozado en forma significativa.
Este aspecto es evaluado por el director académico de Ceres, economista Ernesto Talvi, al sostener que el enfriamiento de la economía llegó para quedarse. Pero no augura un panorama de crisis, a menos que se siga desalineando el gasto público con el menor ritmo de los ingresos fiscales, y no prime la moderación en la Rendición de Cuentas y en la próxima ronda de Consejos de Salarios.
Según Talvi, el mensaje claro que debe dar el gobierno, es: “Señores, estamos bien, no hay motivos de preocupación por el momento, pero sí de precaución”. Alertó además de las “herencias problemáticas” en materia laboral y los problemas en infraestructura, educación y seguridad. “El próximo gobierno va a requerir de un liderazgo muy fuerte y certero”, dijo a El País.
Señaló como ejemplo que “el enfriamiento llegó, eso es lo primero que está en tela de juicio. Porque el ministro de Economía dijo que la temperatura bajó de 40 a 30 grados, eso es como decirle a la gente ‘siga yendo a la playa que no hay ningún problema’. Pero la temperatura bajó de 40 a 18 o 17 grados. Crecíamos al 9% en 2010 y ahora estamos proyectando crecer al 3,5 o 4%. No es una mala tasa de crecimiento; 18 grados es una temperatura muy agradable, pero si uno va a la playa puede pescarse un resfrío. Entonces, hay que empezar a cuidarse.
Se ha desacelerado el ritmo al que crece la recaudación fiscal, a la vez que se ha acelerado el ritmo al que está creciendo el gasto público.
Con lo cual si no se alinea el crecimiento del gasto con la nueva tasa menos rápida de crecimiento de la recaudación, el déficit fiscal se va a seguir deteriorando”.
Este es el punto, porque el deterioro que se genera en esta coyuntura de desaceleración se va a trasladar al próximo gobierno, del partido que sea, y puede formar parte de una “miniherencia maldita” comparada con las que se crearon en otros períodos.
Pero la diferencia radica en que cuando hemos gozado de la bonanza económica y clima favorable mundial en casi una década, el dejar una herencia maldita sin a la vez haber solucionado los grandes déficit estructurales del país, deja un sabor amargo por no haber sabido aprovechar la oportunidad, y mucho peor, haría que quienes le sucedan en la titularidad del gobierno tampoco cuenten con instrumentos para poder hacerlo.


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