Paysandú, Miércoles 26 de Junio de 2013
Opinion | 20 Jun En las últimas horas, hablando en su audición radial semanal, el presidente José Mujica aludió a los reclamos salariales de los gremios, sobre todo el de la enseñanza, en torno a la discusión de la última Rendición de Cuentas de su mandato, y el mandatario sostuvo que muchos reclamos son “justos”, pero que “el gobierno tiene la tarea de ver como distribuye aquello con lo cual dispone”.
También reconoció que el gobierno puede que no haya administrado bien los recursos, cometiendo el error de dar todo lo que se podía al principio, en vez de dejar recursos disponibles “para el final”.
Aludió que “como gobierno no se tiene la varita mágica de contar con recursos infinitos. Esos recursos son siempre acotados, y como tal, ante la multitud de reclamos y de causas, muchísimas de ellas justas, el gobierno tiene la tarea de ver como distribuye aquello con lo cual pueda disponer, no es sencilla la tarea”.
Por cierto que no lo es, y tiene razón el presidente, pero seguramente las explicaciones deberían dirigirse hacia lo interno de su fuerza política y de los gremios que desde siempre ha prohijado, y no hacia la población, sobre todo el sector privado, que sabe del esfuerzo y de lo que le cuesta contribuir a sostener el funcionamiento del Estado.
“Los recursos no son infinitos ni tienen generación mágica. Debemos ver el conjunto para que la economía siga marchando y mantenga en alto el ritmo inversor del país, pero haciéndole frente a algunos problemas graves de reparto”, expuso.
Estas explicaciones obvias dirigidas por lo tanto hacia quienes no quieren entender, suponemos, porque forman parte del ABC de cualquier gobierno, fueron complementadas por argumentos con relación al escenario económico mundial, que ya no es el de años anteriores, según los técnicos. Subrayó que no hay hoy un enfriamiento de la economía mundial, sino que hace más de dos años que “la bonanzas de un viento a favor se terminó”, y que este enfriamiento si no se manifestó hasta hoy es porque el alto nivel de inversión que tuvo el país fue un agente movilizador de toda la economía.
Asimismo, Mujica destacó que “si el gobierno descuelga un conjunto de impuestos para acrecentar la realidad fiscal, para acercarse al tono de la demanda que se le reclama, corríamos el riesgo, muy peligroso, de acotar significativamente el campo de la inversión. Lograríamos un pequeño éxito pasajero y propenderíamos a perjudicar, en el mediano plazo, en forma irreversible, la propia marcha del país”.
Este razonamiento es compartible y forma parte de la cultura de gobierno que han asumido los gobernantes de izquierda --o por lo menos una buena parte de ellos, los que tienen el poder de decisión-- pero es una visión que surge de una realidad distinta a los enunciados panfletarios que durante tanto tiempo marcaron la marcha y acumulación de fuerzas del Frente Amplio, con una visión sesentista de los “malos” que no querían otorgar aumentos salariales y de prestaciones a trabajadores y jubilados.
La mención a los recursos “finitos” y que no es posible cargar con más impuestos a los mismos de siempre, es un reconocimiento muy “moderno” de cómo se plantea la realidad económica, un concepto que aquella izquierda que arengaba a los sindicatos aún en plena crisis de 2002 nunca estuvo dispuesto a aceptar, porque “siempre hay espacio” para sacarle al Estado y a los que más tienen, por supuesto.
Pero seguramente al aspecto más significativo parte del reconocimiento de que quizás fue un error haber gestado el presupuesto vigente comprometiendo al máximo “todo lo que racionalmente se podía disponer”. “Se puede opinar que debimos ser más políticos y menos técnicos en el sentido de dar menos al principio y más al final, porque lo que se da al principio no tiene memoria”, dijo.
Está claro: es dar lo que se puede dar, sin comprometer lo que no se tiene y menos aún sobre la base de un escenario del momento que puede caerse a pedazos en poco tiempo ante los avatares internacionales. Pero el problema es que aquellos grupos que recibieron los aumentos y recursos extra que menciona el presidente, también asimilaron el mensaje de que presionando siempre se puede obtener más, como ha ocurrido hasta ahora. Poco o nada les importa de dónde provienen los recursos, o entender que lo que se les ha otorgado es fruto del trabajo de muchos que sin embargo no tienen los mismos beneficios de que ellos gozan.
Pero seguramente –como siempre ha sucedido--, la sangre no llegará al río y más allá del discurso sesudo del presidente-filósofo, habrá “algo más” para aflojar las tensiones. Por lo pronto, desde el gobierno ya se han emitido señales en esa dirección, que alimentarán la tesis de que siempre se puede ir un poquito más lejos. Y por supuesto, en una sola dirección.
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