Paysandú, Jueves 04 de Julio de 2013
Deportes | 01 Jul No tuvo ni gracia. Brasil fue una aplanadora y dejó prácticamente en ridículo a una España que llegó como candidata a la Copa de las Confederaciones, pero que no pudo hacerle frente a un equipo local que lució por primera vez en el torneo, para vencer con claridad al campeón del mundo, por 3 a 0, y festejar ante su gente.
Brasil obtuvo su cuarto título de la Copa de las Confederaciones, y en esta nueva edición lo hizo con una pasmosa superioridad, dejando sin reacción a un equipo rojo que no le pudo encontrar nunca la vuelta al partido.
Los orientados por Luiz Felipe Scolari salieron decididos a quedarse con la victoria. Y rápidamente decretaron la apertura del marcador: iban apenas dos minutos cuando Fred, desde el piso y en medio de un entrevero monumental y sin que Casillas atinara a salir ahogar, hizo delirar al Maracaná.
Un grueso error le daba a Brasil la posibilidad de pegar primero y, sobre todo, de ganar en tranquilidad de cara al resto del partido.
Y si bien ambos equipos se repartieron la pelota, fue Brasil el que pegó en los momentos justos, el que fue contundente y dejó sin la posibilidad de nada a un equipo que se vio totalmente sorprendido. Y fue el que no dejó jugar al rival, al que le quitó los espacios para que el tándem Iniesta - Xavi nunca pudiera arrancar.
España tuvo alguna ocasión de gol. El empate estuvo cerca pero David Luiz sacó la pelota prácticamente de la línea de gol, y Julio César tuvo alguna buena reacción bajo los tres caños.
Pero Neymar apretó el acelerador y llegó el segundo, para sellar el primer tiempo y dejar en claro que la victoria estaba más que encaminada.
El campeón del mundo salió a jugar el complemento con la lógica idea de reaccionar, de acortar ventajas y dar pelea. Pero se encontró con otro gol en su valla, otra vez anotado por Fred, que volvió a pegar, como en el primer tiempo, de entrada. Y ese gol fue definitivo.
No solo porque sería el que cerraría resultado final, sino porque tiró por tierra toda esperanza de reacción de una España que no podía creer lo que estaba sucediendo.
Para colmo de males, los orientados por Vicente del Bosque ni siquiera lograron aprovechar un penal para descontar y levantar el ánimo. Sergio Ramos mandó la pelota afuera
Poco a poco quedaba el claro que era paliza. Que Brasil se iba a quedar con el título, con su cuarta Copa de las Confederaciones, con baile incluido.
Y España, la que llegó como gran candidata, debió resignarse. Porque fue imposible frenar a un Brasil que jugó, por lejos, su mejor partido de la Copa, dejando atrás la imagen del partido de semifinales, fase que le costó superar frente a Uruguay.
Pero en las que duelen apareció el equipo, el juego bonito, las figuras. Y España solo se limitó a sufrir, a quedarse con un hombre menos por una dura falta de Piqué a Neymar, que a partir de los próximos días serán compañeros en el Barcelona.
Ya los italianos, en el partido anterior, parecían haberle encontrado la vuelta al campeón del mundo. Tanto, que luego de 120 minutos de un juego parejo, España pudo acceder al pasaje a la final mediante la definición por penales.
Anoche, Brasil afinó la receta italiana. La condimentó un poco más, le dio su toque. No le dejó espacios al rival y apretó a los españoles en todos los sectores; pero le sumó contundencia, ese juego letal que finalmente apareció cuando tenía que aparecer: en la final, en la que le dio una clase de fútbol a España, y le bajó el copete.
Brasil despertó. Y más allá de una complicadísima Copa afuera de la cancha, los hinchas recuperaron la esperanza y ya sueñan con el Mundial.
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