Paysandú, Viernes 05 de Julio de 2013

Cuello de botella en mano de obra calificada

Opinion | 28 Jun Si bien los malos resultados que se registran en la enseñanza ya están afectando la capacitación e inserción laboral de miles de jóvenes, no puede obviarse que además de la situación personal de cada uno se está comprometiendo el futuro del país, con el agravante de que no existen por ahora signos de reversión y aparentemente ni siquiera intenciones de abordar seriamente el tema.
Este tema precisamente no solo es motivo --o debería ser-- de consideración de los educadores, sino que también es evaluado por economistas, ante la repercusión en el esquema socioeconómico del Uruguay.
Javier de Haedo, Gabriel Oddone, Ernesto Talvi, Aldo Lema, Ignacio Munyo y Juan Dubra son algunos de los economistas que a través de distintas instancias han abordado esta problemática, y en diálogo con El País, algunos de ellos afirmaron que no significa que recién ahora la economía se haya empezado a fijar en la educación, e incluso agregaron que son dos áreas que están intensamente ligadas. Pero, a la misma vez, dijeron que los malos resultados educativos han empezado a impactar en el campo económico de forma tal que se ha vuelto por demás necesario comprender qué ocurre con la enseñanza para entender cuáles son las perspectivas que tiene el país.
“La educación está empezando a ser cuello de botella para el crecimiento del país. Uruguay históricamente tuvo una mano de obra calificada, pero la crisis en el sistema educativo en los últimos 15 años ha hecho que se empiece a terminar esto”, dijo Ignacio Munyo, economista e integrante del instituto Ceres. Consideró que “la mitad de la nueva mano de obra que ingresa en el mercado es funcionalmente analfabeta”, dado que son individuos que “saben leer, saben escribir con faltas, pero no pueden cumplir una tarea de forma acertada en un trabajo formal”.
Explicó que en Ceres realizaron estudios que demostraron que “Uruguay hoy se encuentra por encima de sus posibilidades de producción” y que el país “está tocando el techo de su capacidad máxima productiva porque tiene un fuerte cuello de botella en la calidad de su fuerza de trabajo. La educación y su calidad empieza a ser una limitante para el crecimiento”, dijo el economista.
Por su lado Aldo Lema, economista y consultor, afirmó que la oferta de trabajo puede estar condicionando algunos problemas que hay en el campo de la enseñanza. En ese ámbito, señaló como el hecho más grave la deserción que se registra en Secundaria.
Se puede ver, como también lo señaló Munyo, que si hay carencias en el ámbito educativo, el capital humano resulta afectado y, como consecuencia, el desarrollo queda limitado.
En tanto, Lema entendió como fundamental estudiar los incentivos en la educación para que “los proyectos se gestionen mejor, los recursos se administren bien y para que un director de liceo esté preocupado por la calidad de la educación de sus alumnos más que por defender posiciones de mayores salarios para su gremio”.
Este es uno de los aspectos que precisamente inciden negativamente en un sistema educativo que por regla general no da respuestas y tiene en los docentes una parte significativa del problema, precisamente, con gremios que defienden sus parcelas de poder e intereses sin tener en cuenta el interés general del alumnado y del país.
Tiene razón por lo tanto Lema cuando señala la necesidad de que haya “rendiciones de cuentas” que brinden resultados de los desempeños de los centros de estudio y de los profesores. “Si se piensa en agregar recursos a la educación pero eso no va acompañado de un cambio en la gestión, un cambio en los incentivos, de modificaciones del sistema, se va a tratar al final de un barril sin fondo. Se pondrán recursos y no necesariamente se traducirán en una mejor calidad de la educación ni de la cobertura”, opinó.
Son de recibo también expresiones del economista Javier de Haedo en el sentido de que “siempre hubo economistas que hablaron de educación”, pero que ahora “hay una conciencia general de que la educación tocó fondo”.
Consideró que el sistema educativo hoy está “muy mal diseñado, genera incentivos perversos y tiene resultados cada vez peores”. El economista dijo que Uruguay “está al límite en cuanto a los recursos productivos. La infraestructura está que no da más y en el capital humano, el desempleo es muy bajo y la gente que está afuera del mercado de trabajo quizá no tiene las especializaciones o las características para poder ingresar”, afirmó.
Es decir que como sucede para cualquier persona que más o menos tenga una idea aproximada de lo que ocurre con la educación, no puede soslayarse que ésta se encuentra en crisis y si se observa la preparación que los alumnos reciben en los liceos se puede llegar a la conclusión de que no es útil para insertarse en el mercado laboral y que hay una desconexión, lo que también contribuye al desestímulo y a la deserción, más allá de la influencia de la degradación de valores que afecta a los jóvenes con una multiplicidad de factores en juego.
Y si bien esta vez el aporte de diagnóstico proviene de los economistas, es indudable que estamos ante una problemática con varias vertientes, y que debe contarse con aportes de todos los sectores involucrados para ir encontrando las reformas imprescindibles a efectos de ponernos al día en el sistema educativo.
Ello deberá seguramente irse haciendo por áreas, ante lo vasto de la tarea que debe encararse, y en el caso de los docentes, contar con su aporte en el grado en que realmente debe darse, como parte fundamental en el sistema.


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