Opinion | 08 Jul “La FIFA desea festejar los 100 años de la Copa del Mundo en Argentina y Uruguay. Eso lo confirmo, está firmado”. De esta forma, categóricamente, el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino y vicepresidente de la FIFA, Julio Grondona, confirmó que nuestro país será co organizador del Mundial de 2030 celebratorio de los cien años del primer Torneo Mundial de Fútbol disputado en 1930 en Montevideo, donde fueron finalistas, precisamente Uruguay y Argentina culminando con la histórica victoria de la celeste.
Como informáramos, “Inmediatamente después, el presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, Sebastián Bauzá, aseguró que durante la disputa de la Copa de las Confederaciones ‘quisimos apurar un poco la resolución de la FIFA, que había nombrado a una comisión que organizara los festejos del centenario del Mundial de fútbol junto a Grondona y Eugenio Figueredo’”.
“La FIFA resolvió en el Ejecutivo que no solamente se va a festejar el centenario con eventos protocolares, sino que también va a haber una competencia deportiva y eso nos hace pensar que el Mundial está cada vez más cerca, porque pasamos de un torneo protocolar a una competencia”, dijo Bauzá al respecto.
Y agregó: “A la FIFA le va a venir muy bien esa decisión y la única manera de que el Mundial se haga en el Río de la Plata es que lo defina como un festejo de ellos, de los 100 años de la organización del (primer) Mundial”, concluyó.
Como vemos, las especulaciones han quedado de lado y, fuera de toda duda, Uruguay será partícipe en la organización del Campeonato Mundial de Fútbol de 2030, por lo que ahora deben tomarse decisiones trascendentes e inmediatas. Más que inmediatas deberíamos los sanduceros --para emplear el popular dicho—asumirlo ya.
Es imprescindible, absolutamente, que se concrete ahora mismo la intención de ser partícipes en la organización del máximo torneo futbolístico.
Deberíamos documentar la disposición de Paysandú de ser protagonista a todo nivel efectuando claros planteamientos iniciales ante los organismos correspondientes: Asociación Uruguaya de Fútbol, Ministerio de Turismo y Deporte y, por supuesto la Presidencia de la República.
Se trata de una oportunidad realmente única, pues lo más seguro es que no se repita por lo menos en otros cien años por lo que debemos ser muy conscientes de lo que significa ser sub sede de un acontecimiento de tal magnitud.
Porque no se trata sólo de tener entre nosotros a los mejores profesionales del deporte más popular del mundo; no es sólo ser partícipe de trasmisiones televisivas que llegan a centenares de millones de espectadores en todo el orbe, sino que estamos hablando de participar en un negocio que deja dividendos espectaculares, además de ser una ventana que nos proyecta al mundo.
No ha habido, que sepamos, Mundial que haya dado déficit y véase que todas las obras que se concretan para su desarrollo son enormes inversiones que quedan en el país, en el lugar donde se realizan.
Entonces deberíamos, como mínimo, construir un estadio que cumpla con los requerimientos de FIFA, y alojamientos del mejor nivel. No es fácil considerando que no existe actualmente capacidad para albergar siquiera a las delegaciones de participantes. Pero podríamos idear un complejo que una vez cumplido el torneo sería un aporte trascendente a la infraestructura turística sanducera, o acaso como grupo de viviendas, tal como suele hacerse en las “villas olímpicas” una vez terminado el evento.
Las ideas pueden ser muchas, los proyectos han de ser elaborados, estudiados y resueltos pero lo que importa ahora es lograr que Paysandú sea parte de la organización del Mundial.
Y, sin ánimo de “echar leña al fuego”, tengamos presente que el departamento de Salto tiene ya integrado un grupo denominado “Campus” para impulsar la construcción de un estadio y que este martes --sí, el martes--, mantendrá una reunión con el Ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro, porque tienen intención de levantar ese estadio en el lugar donde se encuentra actualmente el Cuartel militar salteño.
Muchos no llegaremos a ver ese Mundial pero, sin duda alguna, somos los padres, los abuelos de hoy lo que tenemos la obligación de brindar todo nuestro esfuerzo para que nuestros hijos, nuestros nietos, es decir el Paysandú del futuro, reciba los beneficios de un evento único.