Opinion | 11 Jul Es realmente una buena noticia --divulgada en la víspera-- que Estados Unidos haya confirmado la apertura de su mercado para los cítricos uruguayos, atendiendo un planteo que data ya de muchos años y que permitirá redirigir buena parte de la exportación al mercado de ese país norteamericano.
Es así que se estima que la medida permitirá a Uruguay exportar cerca de 20 millones de dólares anuales, beneficiando además a cerca de 15.000 trabajadores de esta industria, así como a un importante número de puestos de trabajo relacionados en forma indirecta con este sector.
De acuerdo a lo que se informara por la Embajada de Estados Unidos, una vez que se cumplan ciertas tareas de coordinación y logísticas entre ambos países, desde el próximo 9 de agosto toda variedad de cítricos uruguayos podrán llegar al mercado estadounidense.
El anuncio fue realizado durante una conferencia de prensa en la que participaron la embajadora de Estados Unidos, Julissa Reynoso, el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, y el ministro de Relaciones Exteriores, Luis Almagro.
La representante diplomática calificó esta decisión como “un alto impacto en la economía uruguaya y un paso más en la relación comercial entre Uruguay y Estados Unidos, dos países hermanos que disfrutan una estrecha relación bilateral”.
La apertura del mercado se realiza en base a las evaluaciones científicas del riesgo asociado a la introducción de posibles plagas en las importaciones de cítricos uruguayos a Estados Unidos, comunicó la embajada. Ante ello los embarques de cítricos a ese país deberán tener un tratamiento previo para mitigar dicho riesgo.
Precisamente tras el visto bueno del organismo de sanidad vegetal de Estados Unidos, se había abierto un período de 60 días para que presentaran reclamos, en caso de así considerarlo pertinente, quienes interpusieran reparos a la autorización para el ingreso de cítricos de nuestro país a ese mercado.
Esta instancia se cumplió sin que hubieran apelaciones, por lo que ha quedado expedito el camino a la colocación de cítricos de producción nacional a un mercado que si bien es muy exigente en términos sanitarios, paga mejores precios que la mayoría de los países hacia los que se dirige tradicionalmente la fruta que se produce principalmente en los departamentos de Paysandú y Salto, donde el sector atraviesa una coyuntura delicada, por decir lo menos, desde hace ya varios años.
Los sanduceros, por experiencia propia, sabemos de las dificultades que han signado la producción citrícola local, y una situación similar se da en el vecino departamento de Salto, ante la coyuntura de precios en el mercado internacional para esta fruta, pero a la vez conjugado con factores internos que han desestabilizado y puesto en delicada situación a las empresas citrícolas.
Fundamentalmente el problema radica en los altos costos internos para producir, tanto en lo que refiere a insumos como a los reajustes salariales y el costo de servicios públicos, a lo que se agrega un dólar depreciado, por lo que ante los bajos precios la traducción posterior de dólares a pesos ha afectado la rentabilidad de las empresas y en muchos casos comprometido la propia subsistencia, obligándolas a contraer deudas para ir superando la situación adversa.
El mercado de Estados Unidos era la gran apuesta que se hacía para dar aire a las empresas citrícolas nacionales, pero a la vez deberá encararse en primer lugar una serie de exportaciones exploratorias a ese mercado, cuando ya se han colocado en otros mercados y comprometido con otros el gran volumen de la cosecha de cítricos. Por lo que las expectativas apuntan a que a partir de la siguiente cosecha se pueda ir ingresando con volúmenes más o menos significativos en ese mercado.
Este salvavidas llega en un momento oportuno, realmente, pero no puede decirse que estemos ante la gran salida para reperfilar al sector exportador citrícola, por cuanto subsisten los problemas de rentabilidad ante los altos costos de producción, en una problemática que no es exclusiva de las empresas del sector, sino el común denominador para la mayoría de los sectores que tratan de sobreponerse a la caída en la rentabilidad por elevados costos internos y relación cambiaria desfavorable, como factores principales, ante lo cual todavía no se han promovido respuestas contundentes desde el gobierno.