Paysandú, Domingo 14 de Julio de 2013
Opinion | 12 Jul Sin dudas que la cumbre de presidentes del Mercosur que se desarrollará desde hoy en Montevideo presenta aspectos que van mucho más allá de la relación entre los países del bloque y entre éste y países y bloques extra región, desde que hay diferencias de carácter político que exorbitan la intención de origen del acuerdo, que era el promover la integración y el libre intercambio y circulación de bienes y personas para potenciar el comercio, el desarrollo y la calidad de vida de las respectivas poblaciones.
Pero lejos de ir mejorando, el funcionamiento del bloque se ha ido degradando sustancialmente con el paso de los años, y no solo por las asimetrías entre las grandes economías de Brasil y Argentina con las de Uruguay y Paraguay, sino porque el advenimiento de gobiernos “progresistas” ha derivado en incorporar elementos políticos a la relación y decisiones que deberían ser de carácter eminentemente técnico y jurídico, con visiones desprovistas de ideologías, para situarlas en el punto justo en el que la integración y el intercambio comercial, la complementación productiva y logística, el intercambio cultural, estén por encima de la postura coyuntural de cada país.
Lamentablemente, estos aspectos se han ido soslayando por los gobiernos de Uruguay, Argentina y Brasil, alineados ideológicamente en los grandes rasgos, tanto como para llegar a “suspender” hace un año a Paraguay por presuntas decisiones arbitrarias de su Parlamento.
El propio presidente José Mujica reconoció que la suspensión de Paraguay obedeció a que primó lo “político por sobre lo jurídico”, es decir que se ignoró de exprofeso y absolutamente la parte legal y de los estatutos del acuerdo para hacer lo que a los presidentes del Club de Amigos se les ocurrió hacer. Y lo que se les ocurría era suspender a Paraguay para que pudiera entrar Venezuela, porque el Parlamento paraguayo ha rechazado sistemáticamente el ingreso del país caribeño, y esta era la única forma de “jopearle” la pelota a la legalidad.
Como corolario de esta burla, hoy se traspasará a la vez la presidencia pro tempore al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, heredero del desaparecido Hugo Chávez. El verborrágico antecesor venezolano una y otra vez había apelado al discurso antiimperialista, e incluso presentó la aceptación de Venezuela por el bloque mercosuriano como una “derrota al imperio” y las “burguesías lacayas, incluyendo a la venezolana”, en clara alusión al parlamento paraguayo.
Mientras tanto la presidencia de Maduro arrancará sin solucionar el regreso de Paraguay al bloque, el que fue suspendido en junio de 2012 luego de la destitución de Fernando Lugo. El presidente electo de la nación guaraní, Horacio Cartes, dijo que solo aceptaría volver al Mercosur si se le asigna la presidencia pro tempore, como le corresponde por orden alfabético, según las reglas del bloque, porque evidentemente los paraguayos --que hoy vuelven a tener un presidente democráticamente elegido por su pueblo, y que se siguen oponiendo a la incorporación de Venezuela al Mercosur--, han quedado muy dolidos después de la arbitraria suspensión en su calidad de miembro del bloque.
Mientras tanto, Uruguay, que vergonzosamente se ha plegado a la Argentina y Brasil contra el país pequeño, y ha sentado un precedente poco edificante también como socio menor, a través de su canciller Luis Almagro ha señalado que se trabaja para aprobar en la cumbre que Paraguay retorne automáticamente al Mercosur el 15 de agosto, al asumir Cartes y “retornar la democracia” a ese país, en una decisión aún más absurda por cuanto pretende hacer como que nada ha pasado entre medio.
De todas formas, estos elementos que denotan un severo deterioro de la organicidad y la seguridad jurídica en el Mercosur, podrían haber quedado en un segundo plano si el bloque funcionara más o menos bien en cuanto a los cometidos específicos para los que fue creado, pero precisamente el punto es que cada vez se ha ido degradando más la operativa y se han acentuado los proteccionismos, las arbitrariedades y las medidas inconsultas, con Argentina como el campeón de las restricciones, violando de medio a medio la letra y el espíritu del Mercosur.
Es decir, con un bloque estancado y transformado en un frente político, más que un espacio de integración, por encima de las declamaciones, queda muy poco para esperar de esta cumbre ante la magnitud de los desafíos y teniendo en cuenta que la integran precisamente, los presidentes que han contribuido a que las cosas se estén dando de esta manera.
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