Opinion | 14 Jul El pasado sábado 6, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de empleo juvenil, que aguarda ahora la sanción en la Cámara Alta.
La propuesta, que prevé subsidios y mejoras fiscales para promover la inserción laboral entre jóvenes de 16 y 29 años, resultó aprobada por 56 diputados presentes en sala.
El desempleo juvenil en Uruguay se ubica en el 18% y es una cifra poco conocida, si se la compara con el 6,3% de desempleo estructural, ampliamente difundida y mediatizada.
Si en Uruguay hay 99 diputados y un proyecto de ley con características relevantes es votado por 56 legisladores, significa que hubo 43 ausencias. Y en esto, la matemática no miente.
El director del Instituto Nacional de la Juventud (INJU), Matías Rodríguez, espera que la iniciativa sea votada este mes, antes que comience la discusión por la Rendición de Cuentas. De lo contrario corre el peligro de “ser tirada para adelante”.
Ocurre que el desempleo juvenil afecta fundamentalmente en los hogares pobres con baja calificación, mientras las mujeres siguen manteniendo dificultades para su inserción laboral, muchas veces contando con mejor capacitación que los varones.
Es decir que además, el desempleo juvenil conlleva una problemática de género no resuelta.
Por eso es bueno insistir en que cada vez que un referente político diga que “los jóvenes son el futuro” o que “los niños son el futuro”, habrá que recordarle que el futuro llegó hace rato y que forma parte de las estadísticas.
Incluso, demostrarle con números que --aunque votaron todos los partidos--, ese día hubo grandes ausencias. Probablemente porque era sábado; eso no lo sabremos.
Sí sabemos que los jóvenes deben salir ya del discurso teórico y de la permanente referencia política, solo porque genera un aplauso fácil en quienes están escuchando. Ese 18% lo reclama y muchos más que integran un colectivo de personas de 16 a 29 años que están cumpliendo tareas que no los satisfacen o los vuelven infelices, sin aportes o con poca remuneración porque se trata del primer empleo.
Habrá que tener un poco más de respeto porque alguien estará alerta para recordarle, que en un país envejecido este grupo valioso se está formando sin lograr una vida plena.
Por eso hay que sacarlos de los discursos. Para que no duden en quienes son “sus mayores”, ni piensen que hay “otro futuro mejor” fuera de su país.