Escribe el Dr. Rodolfo Canabal

Locales | 16 Jul Es analizado actualmente en la Cámara de Representantes, aprobado por la Comisión de Adicciones, el proyecto de ley que sobre el régimen de la marihuana ha propuesto el gobierno, el cual, a través de lo que ampliamente ha trascendido, no se sabe aún si ha de lograr la mayoría de votos que requiere para su aprobación, atento a las dudas que sobre la pertinencia de su contenido ha expuesto un diputado que integra el Frente Amplio, quien es además médico.
Dicho proyecto se ha de resumir muy sintéticamente enseguida en sus aspectos sustanciales: habilita que se produzca cannabis para consumo personal, lo cual sería por intermedio de clubes de autocultivo, que podrían tener entre 15 y 45 socios; autoriza la tenencia de marihuana (hasta 40 gramos por mes) cantidad que se podría adquirir en farmacias. Para el control de las nuevas normas se creará un registro de consumidores, cuya identidad será protegida. Un instituto público que prevé crear la ley llevaría el respectivo registro y estaría radicado en el Ministerio de Salud Pública.
Estarían prohibidos el consumo de cannabis a menores de 18 años, y la publicidad de la droga; no se podría conducir vehículos cuando se esté bajo los efectos de dicha droga.
Quien incumpla las normas será severamente sancionado con multas, y hasta con la clausura permanente de los respectivos locales de aquellos que produzcan el producto.
Se harían campañas de prevención tendientes a desestimular el consumo de drogas.
Emerge con claridad de lo resumido que, en esencia, sería inevitable que de tal régimen legal lo que ha de resultar sea, por lo menos, un importante incremento del número de quienes en el país consuman marihuana, con los resultados que de ello habrá de emanar que, en lo fundamental, será un progresivo incremento general del consumo de drogas, no sólo de marihuana, porque a ello habrá de agregarse lo que ilegalmente se consuma, pues es muy claro lo difícil que es el control que dicho régimen ha de imponer en caso de ser aprobado legalmente.
Lo expuesto equivale a establecer que si por una norma proyectada se ha de “desestimular el consumo de drogas”, la aplicación de las sustanciales que integran el proyecto equivale a que tal consumo resulte, aunque indirectamente, promovido.
Lo que el proyecto habrá de causar si fuera aprobado, a través de lo que especialistas que ejercen cátedras de Oncología y de Toxicología han informado, es muy grave, según se ha de explicar enseguida en lo que se entiende fundamental.
Se ha informado que no obstante ser claro que la marihuana puede contribuir para el tratamiento del cáncer por el efecto que tiene sobre el dolor, fumar cigarrillos de tal droga incrementa el riesgo derivado de ciertas patologías oncológicas, como, verbigracia, el cáncer de pulmón, tumores de cabeza, lengua y garganta.
También se ha señalado que fumar cigarrillos de marihuana altera la percepción y la capacidad de reacción y que ello incrementa la posibilidad de causar accidentes de tránsito.
Se agrega que el humo de la marihuana afecta a niños que se encuentren en la cercanía del fumador. Y se ha explicado asimismo que si bien el consumidor de marihuana no es en general consumidor de pasta base, no es extraño que a falta de marihuana consuma otras drogas.
De lo que se expone precedentemente resulta muy claramente el gravísimo error que significa lo proyectado pues, al margen de los riesgos explicados por quienes tienen la autoridad técnica derivada de su calidad de docentes, con seguridad la aplicación de lo propuesto habrá de causar un importante incremento futuro del número de adictos a la marihuana, con las consecuencias que de ello inevitablemente ha de derivar. Por tanto, lo que sobre tal iniciativa cabe, finalmente, expresar, es que se ajustaría al superior interés público nacional que la misma fuera desechada, vale decir, que se desistiera de su aprobación parlamentaria. No es menester agregar nada más a lo expuesto para que se advierta la improcedencia de tal iniciativa, la cual, por tanto, resulta muy poco explicable.