Paysandú, Domingo 21 de Julio de 2013

Son emergentes, pero ahora no tanto

Opinion | 16 Jul Es indudable que en un mundo altamente globalizado, lo que ocurra en el área económica, donde quiera que sea, no puede sustraerse a situaciones que se den en algún país de fuerte economía, como es el caso de Estados Unidos y países europeos, porque estamos ante una interdependencia creciente, con efectos dominó que eran impensables hasta hace pocas décadas.
Es así que lo que se dé en determinado lugar repercute a miles de kilómetros, en naciones y regiones que si bien no dependen directamente de lo que allí ocurra, sí son afectados como proveedores y eventualmente compradores, en un intercambio comercial que es muy fluido e interdependiente.
En su momento la crisis de 2008 en Estados Unidos sacudió poco después a Europa y felizmente solo tuvo una repercusión pasajera en Uruguay y la región, cuyos países son proveedores de materias primas y a la vez compradores de productos terminados, pero sobre todo de origen chino y asiático, por lo que el impacto que recibieron no fue tan profundo. Es así que lo que mantuvo entonces la situación más o menos estable han sido las compras de China, que es a la vez abastecedor de los grandes mercados en el mundo desarrollado, aunque con buenos nichos en otras naciones emergentes y subdesarrolladas, por lo que en mayor o menor medida se ha venido sosteniendo la circulación de bienes y servicios, aunque con tendencia a la baja.
Pero, como era de esperar, tarde o temprano este esquema iba a irse devaluando, como consecuencia de la ausencia de los grandes motores de consumo, como Estados Unidos y la misma Europa, y consecuentemente también afectando a los que producen para esa demanda, fundamentalmente a los países emergentes.
Precisamente estos países se han nucleado en el denominado grupo “BRICS”, integrado por Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica, cuyas economías han crecido sustancialmente en los últimos tiempos, por su condición de abastecedores pero también por ser destino de grandes inversiones en el área de la industria, principalmente. Pero esa condición siempre depende de que haya demanda en el mundo desarrollado, de donde provienen los capitales de inversión que hacen también de puente para colocar lo que se produce en los países del Brics.
No puede extrañar, por lo tanto, que esta incertidumbre mundial por la crisis europea tenga consecuencias en países que abastecen los mercados y que por ejemplo tengamos una desaceleración en el crecimiento de China, confirmada oficialmente en las últimas horas, y que otras pujantes economías que ayudaron a paliar la caída de Estados Unidos y Europa en 2008 para otras regiones del mundo, tengan un escenario de desaceleración persistente.
Tenemos un ejemplo cercano en el Brasil, que está funcionando con enlentecimiento, y ha reducido su previsión de crecimiento del PBI para 2013 del 3,1 al 2,7 por ciento, y a la vez ha revisado al alza su previsión de inflación, al 6 por ciento contra el 4,5 por ciento a principios de año.
Pero ya en 2012 el crecimiento fue de solo un 0,9 por ciento, contra un 2,7 en 2011 y 7,5 por ciento en 2010, y es así que Felipe Queiroz, analista de la agencia de calificación financiera brasileña Austin Rating, consideró que “Brasil se resiente de la mala situación económica mundial: la recesión en la zona euro, la recuperación lenta en Estados Unidos y la desaceleración de China”.
Algo similar ocurre en Rusia, donde la actividad se ha desacelerado fuertemente en los últimos meses y el gobierno prevé un crecimiento del 2,4 por ciento este año, cuando hasta hace pocos años llegó a un 8 por ciento, y por primera vez se ha replegado la producción industrial desde 2009, también como consecuencia de la crisis en la zona euro, según los analistas económicos.
La India, a su vez ha registrado en 2012-2l13 el crecimiento más bajo de los últimos diez años, por baja en inversiones, aumento de la inflación y altos tipos de interés, además de la caída en la demanda mundial, naturalmente, y el crecimiento de este año está casi en la mitad prevista respecto al 9 por ciento de los últimos años, con previsiones menos optimistas.
Si a ello agregamos la desaceleración china, con un siete por ciento en caída, y el estancamiento en Sudáfrica, con solo un dos por ciento para este año debido a la menor demanda de Europa, se completa un panorama en los “emergentes” que indica que ya no van a emerger tanto mientras se mantenga la crisis mundial. Como bien decía el presidente José Mujica, ello denota que el viento de cola ya no sopla como hace unos años, y que nuestro país, altamente vulnerable y tomador de situaciones, hace rato que debió haber puesto las barbas en remojo.
Sobre todo, reacomodando el gasto público al nuevo escenario, aunque ya sea tarde para una decisión que debió tomarse mucho antes, y cuando además en la Rendición de Cuentas se está sujeto a fuertes presiones de los sindicatos para incorporar nuevos gastos, que incluso hoy son difíciles de absorber y lo serán mucho más incorporados como costo fijo adicional si la economía no sigue creciendo como lo hacía hasta hace poco, que es el escenario más probable.


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