Paysandú, Miércoles 24 de Julio de 2013

Más dificultades para exportadores

Opinion | 20 Jul Los problemas de competitividad de nuestros productos de exportación, sobre todo en el caso de la industria que incorpora valor agregado, se arrastran desde hace varios años y se han acentuado en el último, en base a una política económica que ha tratado de mantener una relación entre determinados parámetros que permitiera sostener el consumo interno y contener la inflación, dejando para atrás en orden de prioridades la colocación de productos elaborados o semielaborados.
Para que se dé esta situación han confluido factores externos e internos, y si bien el Uruguay, por su tamaño y vulnerabilidades, no tiene posibilidad de influir en el escenario internacional, tampoco ha tenido mucho margen de maniobra para adaptar el contexto interno a la realidad mundial, por condicionamientos autoimpuestos de decisiones políticas.
Por lo pronto, debe tenerse presente que el crecimiento de las exportaciones que se ha generado en los últimos ocho años fundamentalmente, se ha centrado en los altos precios de las materias primas para las que tenemos ventajas comparativas para producir, como es el caso de los granos, lo que ha disimulado en el balance general la caída sistemática de la competitividad de los productos con valor agregado, es decir los que requieren tecnología y aporte de mano de obra.
Ocurre que los salarios han crecido en dólares, más que la inflación, incluso, pero sobre todo han aumentado los costos internos en pesos para las empresas, por el peso tributario que aplica el propio Estado y los costos de tarifas y servicios públicos, como la energía, en tanto con el dólar “planchado” a la hora de traducir los dólares a pesos, ha sido afectada la rentabilidad de los productores de áreas ajenas a los commodities.
La incipiente recuperación del dólar en las últimas semanas ha sido muy esmirriada en cuanto a mejorar la competitividad de los exportadores, porque al mismo tiempo la inflación sigue afectando el costo de los insumos y lo mismo ocurre con el costo salarial, por lo que en este sentido no ha sido significativa la mejora en la ecuación económica.
Naturalmente, el problema para el equipo económico radica en que “toquetear” hacia arriba el valor del dólar significaría a la vez afectar notoriamente el consumo, que se basa en la importación alentada por un dólar depreciado, y a la vez influir directamente sobre uno de los factores de mayor peso en la inflación que se pretende controlar.
Ello explica el porqué de un panorama por lo menos complicado para buena parte de los exportadores, y por si fuera poco, las perspectivas de colocación de su producción se ve más complicado porque entre otros elementos negativos se acerca el fin de los beneficios que se tienen para la colocación en la Unión Europea. Acaso la buena noticia de que por fin los cítricos están en condiciones de ingresar masivamente a partir del próximo año al mercado de los Estados Unidos, donde se pagan mejores precios que en Europa, se ve ensombrecida porque el próximo año cesarán beneficios arancelarios para el ingreso de mercadería en Europa para algunos sectores.
Es así que el sector exportador observa con inquietud la caída del Sistema Generalizado de Preferencias (GP) con la Unión Europea en 2014, que pasa a considerar al Uruguay de igual forma que a otros países de renta media.
Según da cuenta El País, para los empresarios este hecho constituye un nuevo nubarrón en un horizonte preocupante, afectado por la pérdida de la competitividad, los costos internos y un debilitamiento del consumo interno.
Según el canciller Luis Almagro, el vencimiento de este sistema preferencial implicará un “golpe especial” al comercio, por lo que serán fundamentales las negociaciones y el intercambio de ofertas que el Mercosur tendrá con la Unión Europea en el último trimestre de este año.
Igualmente, reconoció que esta negociación por un tratado de libre comercio entre los bloques “puede ser muy larga o muy corta. Depende de la proximidad de las ofertas”.
Sin embargo la realidad indica que hay motivos para estar preocupados en el caso de la negociación entre bloques, por cuanto desde hace casi una década se llevan adelante conversaciones y las partes no han cedido ni se han puesto de acuerdo sobre puntos clave para generar este acuerdo, sobre lo que el ministro parece moderadamente optimista.
Además, Brasil --sobre todo-- juega su propio partido y no tiene mayor interés en hacerlo en conjunto con sus socios del sur, en una situación muy diferente a la de Uruguay. Y para nosotros, el Mercosur es un corsé que no nos ha permitido suscribir tratados de libre comercio entre países, por lo que también por este lado la cosa va complicada.
Y los sectores que más sentirían el impacto por la caída del sistema son la pesca, la madera y rubros agrícolas, pero a la vez como regla general la competitividad sigue depreciada y no se manejan todavía respuestas de fondo a una problemática muy compleja.
Es que hasta ahora el gobierno se ha limitado a contemplar la situación en algunos sectores focalizándose en la devolución parcial de tributos, sin atender necesidades estructurales como reducir el peso del Estado, abatiendo gastos y racionalizando el uso de los recursos fiscales para pesar menos sobre los sectores productivos, entre otros aspectos todavía en el debe y a los que no se les ha hincado el diente para seguir llevando la cosa hasta donde se pueda.


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