Paysandú, Miércoles 24 de Julio de 2013
Opinion | 20 Jul Cuando hay alumnos liceales y escolares, sobre todo en Montevideo, que llevan perdidos más de veinte días de clases, como consecuencia de los paros y movilización de los gremios de la enseñanza, se conoció que hay posturas controvertidas entre los sindicalistas respecto a como encarar el planteo de las autoridades respecto a que los estudiantes puedan recuperar los días perdidos.
El punto es que no hay ambiente en los sindicatos, que están de punta contra el gobierno en reclamo de aumentos que entienden deberían ser incluidos en la Rendición de Cuentas, para dictar clases adicionales a efectos de complementar lo que se ha perdido, lo que da la pauta de donde están las prioridades para “docentes” a los que parece que aprendizaje de los alumnos nos es motivo de sus desvelos.
Es así que mientras los consejos de Primaria y Secundaria resolvieron extender las clases hasta fin de año, los sindicatos de docentes se niegan a culminar los cursos fuera de los plazos habituales. De no recuperarse los días perdidos, este será el peor año del período, con apenas 168 jornadas dictadas, lo que no es poco decir para un país en el que aun dictándose normalmente los cursos, igualmente figura ente las naciones con menos jornadas de clases a nivel mundial.
La excusa que manejan algunos docentes es que de agregarse los días faltantes ello se haría ya en pleno diciembre, con rigores de temperaturas estivales con niños en tren de vacaciones, por lo que poco y nada se aportaría en cuanto a la recuperación efectiva de las jornadas.
Lejos de ser una justificación válida, estamos ante una clara demostración de lo irracional de la situación que se plantea en la enseñanza y el tremendo daño que producen con los paros, con gremios conducidos por una dirigencia ensoberbecida y ya delirante a esta altura, por su intolerancia.
Además, a través de asambleas en las que a menudo los asistentes no llegan siquiera al centenar, se actúa en nombre de miles de docentes de todo el país y se afecta a decenas de miles de niños y jóvenes en sus estudios.
Lo peor de todo es que quienes así actúan proclaman que lo hacen en “defensa” de la enseñanza, cuando está a la vista que el único objetivo es obtener una mejora salarial.
Lo que está bien, al fin de cuentas, porque ese aspecto figura entre los cometidos fundamentales de los gremios. Pero lo que no corresponde, porque es una gran falsedad, es que se siga argumentando que esta movilización se hace en aras del interés general, tratándonos a los uruguayos como un hato de tontos.
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