Paysandú, Jueves 25 de Julio de 2013
Opinion | 19 Jul El reciente fallecimiento de una señora de 62 años en el Hospital Escuela del Litoral, tras su internación durante varias horas por problemas de origen cardíaco y en la espera de su traslado a Montevideo para que se le practicara una angioplastia en un Instituto de Medicina Altamente Especializada (IMAE), pone sobre el tapete un caso más entre un sinnúmero de situaciones que se dan frecuentemente en el Interior, sobre todo en el norte del río Negro, que es donde más se sufren las consecuencias de la falta de un instituto de medicina de alta tecnología, en este caso en el área de la cardiología.
Es cierto, no es posible sustraerse al especial entorno que envuelve este episodio específico, en el que los familiares han denunciado demoras y mala praxis en el tratamiento de la paciente, un extremo que deberá dilucidarse a través de la investigación ya anunciada. Pero, a fuer de sinceros debemos señalar que la experiencia indica que es poco probable que salga a luz cómo sucedieron exactamente las cosas, porque desde el punto de vista profesional la problemática que involucra estos actos médicos generalmente se dilucida en un ámbito cerrado, donde difícilmente se determinan responsabilidades por mala praxis u omisiones, por el tema que sea, desde que hay fuerte reticencia de los profesionales en involucrarse o cuestionar procedimientos de colegas.
Y no se trata de una postura ética, al fin de cuentas, sino de un mecanismo de autodefensa a futuro: nadie está libre de cometer errores, como todo ser humano, y el testigo de hoy en una acusación puede ser quien esté en el banquillo de los acusados mañana. Por las dudas, entonces, se opta por mantenerse al margen.
Igualmente, queda claro una vez más, por si hacía alguna falta, que se mantiene la situación discriminatoria hacia el ciudadano del Interior -- y mucho más aún si es del interior profundo-- en la atención médica, sobre todo en la altamente especializada, por más vueltas que se le de y se haya puesto en marcha, con resultados problemáticos y suerte dispar, el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), para el que todos aportamos a través del Fonasa.
Los pacientes cardiológicos son sin dudas los que requieren un tratamiento más urgente en las crisis, en los que les va la vida, y su posibilidad de recuperación depende de la urgencia en que pueda ser tratado en un centro altamente especializado, como los que hay en Montevideo, porque no hay ninguno de este tipo en el Interior.
Seguramente la suerte de la paciente hubiera sido diferente, en el caso mencionado, si se hubiera contado ya con un IMAE Cardiológico en Salto y Tacuarembó, como se ha planteado desde hace años a las autoridades del Ministerio de Salud Pública y de ASSE, pero siguen sucediéndose las administraciones de gobierno, y pese a que se ha señalado en más de una oportunidad por la autoridad de turno que ya está decidido que se va a instalar próximamente, la realidad indica que para el Interior los tiempos son diferentes que para Montevideo, y los plazos se alargan indefinidamente, porque las prioridades se desdibujan hacia el norte del Santa Lucía.
Es que además, en esta problemática hay muchos intereses profesionales creados, y por más que se haya instrumentado el SNIS para la coordinación público-privada, con el objetivo proclamado de evitar precisamente situaciones como las que se dieron en el caso de la paciente de Guichón, estamos tan mal o peor que antes, porque faltan especialistas, hay fuerte déficit en ambulancias pese que se ha proclamado una y otra vez que se ha optimizado el sistema mediante la coordinación y seguimos dependiendo siempre de que el paciente pueda llegar a Montevideo lo antes posible, desde cientos de kilómetros cuando la crisis ocurre en los departamentos ubicados al norte del río Negro, para los tratamientos de alta tecnología.
Y por más vueltas que se le de, pese a la inclusión de nuevos colectivos en el Sistema Nacional Integrado de Salud, y los recursos extra que se recaudan a través del Fonasa, es indudable que el Sistema Nacional Integrado de Salud tiene más de ambicioso nombre que de realidades, más intenciones que resultados, y las esperas, la falta de medicamentos, de especialistas, los problemas de atención, las colas, siguen a la orden del día en el sistema público, Lo que es peor aún, lo que se ha ganado es que también en gran medida las mutualistas, como bien sabemos de sobra los sanduceros, se han contagiado de muchos de los problemas del sistema estatal de salud, con una integración y una complementación que tiene muchas –demasiadas-- fallas.
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