Paysandú, Martes 30 de Julio de 2013
Opinion | 27 Jul De acuerdo al análisis formulado por los economistas de la consultora CPA Alfonso Capurro y Gabriel Oddone, en charla organizada por la Asociación de Promotores Privados de la Construcción, no se han disipado las señales amarillas en la economía del país, variables externas y medidas internas, aunque vieron con buenos ojos las medidas adoptadas recientemente por el gobierno para desestimular el ingreso de capitales especulativos y evitar que el valor del dólar siguiera la tendencia descendente.
Igualmente, como en todo escenario económico, nunca hay certezas, y mucho menos en un país como el Uruguay, que es tomador de situaciones y que ha podido soslayar la conmoción generada por la crisis de 2008 y hasta ahora los avatares en la Unión Europea gracias a un mercado receptivo a los commodities en los últimos años.
Oddone consideró que el horizonte que se avecina para el Uruguay “no es dramático”, pero evidentemente lo que se requiere es que se registre un abaratamiento de nuestra economía en dólares “antes de que el escenario internacional obligue a hacerlo de manera más o menos abrupta”.
Analizó que recientes medidas del gobierno, si bien le ponen un piso al valor del dólar para que no siga cayendo, “no van a ser milagrosas, no vamos a recuperar la competitividad que perdimos en los dos últimos años”. El consejo o la advertencia, como se quiera catalogar, del economista, no constituye ninguna novedad, sino que es un aspecto que otros economistas vienen señalando como una manifestación de sentido común. Porque además este escenario no se ha creado de un día para el otro, sino que es una constante que se está dando desde hace años, y que hasta ahora no ha tenido una repercusión dramática porque también el valor del dólar ha descendido en el mundo y porque la cotización de nuestras materias primas, sobre todo de los granos como la soja, se han sostenido y han seguido vendiéndose pese a las condicionantes señaladas. Aunque esta última, motor de la economía del país, ya amenaza con una fuerte reducción en la cotización.
Pero otro productos exportables no corrieron con la misma suerte, sobre todo cuando se trata de mercadería a la que se dota de valor agregado, porque ahí es cuando más se nota que somos un país caro, con altos costos para producir. Porque el productor debe trasladarlos al precio final con dólares que al pasarse a pesos no le redundan en ingresos suficientes para lograr un margen de rentabilidad más o menos razonable.
Lo explicó Oddone al señalar que el tipo de cambio real (TCR) con Estados Unidos está en su peor nivel desde 1923 y en relación con los países de la región el Uruguay también “está caro en dólares”, y según el economista nuestro país tiene que hacer un ajuste de precios relativo de un 20 o 25 por ciento para tener un nivel de precios razonables al menos con la región.
Agregó que “si uno hace una cuenta rápida hoy, el dólar tendría que estar más o menos en un 25 por ciento más caro para poder recuperar los precios relativos que perdimos con Brasil”, lo que es muy fácil de decir pero no de hacer.
Ocurre que esta relación ha respondido a un proceso gradual en el que no es posible ponerse al día de golpe y porrazo sin efectos traumáticos --como es por ejemplo el desatar un fuerte impacto inflacionario--, y sin a la vez afectar sensiblemente los ingresos de empresas y trabajadores, porque todos en alguna medida nos empobreceríamos en la misma medida en que subiría la inflación. Porque para que el shock produzca su efecto positivo en la competitividad del país, es lógico que los salarios deberán permanecer más bajos. Por lo demás, una devaluación programada, si bien permitiría que el país fuera más competitivo al traducir dólares a pesos, debe tenerse en cuenta que nuestra economía es muy dolarizada, y que una depreciación de la moneda sería acompañada también por una inflación que aumentaría costos de producción y a la vez tendría fuerte impacto social por desvalorización de salarios y aumento del costo de vida.
Como lo sostuvo a su vez Capurro, las recientes medidas del gobierno por lo tanto solo atacan las variables nominales; “son bienvenidas, porque evitan que el dólar siga cayendo debajo de 19 pesos, pero no estamos atacando las variables que hacen mover” el TCR.
Consideró que efectivamente, “para corregir el desequilibrio habría que tomar medida sobre salarios reales, sobre el nivel del gasto público, sobre el crédito y sobre la posibilidad de demanda agregada, que determina en última instancia las posibilidades de consumo”, por lo que estaríamos ante medidas “complejas y antipáticas”, y que por ello “difícilmente se vayan a tomar este año”, que tiene carácter preelectoral.
Pero aseguró que si bien no prevé que haya una corrección repentina, entiende que “si la política no decide corregirlo, no le vamos a exportar ni un tornillo a nadie”, para acotar que teniendo en cuenta que el déficit de cuenta corriente es de casi el 6 por ciento del Producto Bruto Interno, que es el peor de los últimos 18 años; “esto va a generar un deterioro del mercado laboral”, dado que los uruguayos prefieren consumir en Argentina.
Es que precisamente en economía no hay milagros, y si durante varios años se han registrado transferencias sistemáticas de un sector a otro en lo interno, sustentadas en la bonanza que venía de afuera, los ajustes inevitables en estos desfasajes, si no se logra una adecuada gradualidad, suelen ser traumáticos.
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