Opinion | 30 Jul Durante el presente año el Fondo de Solidaridad ha otorgado un total de 6.890 becas para estudiantes universitarios, que representa un crecimiento del orden del tres por ciento respecto a las que fueron otorgadas al año pasado, lo que aparece como un indicador positivo sobre la incidencia de este fondo en apoyo al estudiantado proveniente de familias de menores ingresos para cursar estudios terciarios.
Es así que según cifras oficiales, el 18% de los egresados de la Universidad de la República fueron becarios de este fondo, en tanto Marcos Supervielle, presidente del Fondo de Solidaridad, destacó que hace tres años el nivel representaba el 14%. Este año, aseguró, han crecido en forma muy importante las renovaciones.
“Los muchachos realmente están utilizando muy bien las becas”, enfatizó Supervielle, alentado por la muy favorable incidencia que a su juicio ha tenido el fondo en cuanto a contribuir a que los estudiantes beneficiarios puedan culminar sus estudios.
Precisamente el Fondo de Solidaridad se financia con el aporte de 80.000 egresados universitarios y de carreras terciarias de UTU, y los principales beneficiarios son jóvenes del Interior que cursan sus estudios en Montevideo.
Pero, estamos ante un fondo que es siempre notoriamente insuficiente ante la demanda y necesidades de los estudiantes que deben desarraigarse para continuar sus estudios universitarios, lo que no ocurre precisamente en el caso de los alumnos capitalinos, que no solo cursan gratuitamente sus estudios en donde están emplazadas todas las facultades –incluidas las del agro, como Agronomía y Veterinaria-- sino que en el caso de los de menores ingresos, reciben el apoyo del Fondo de Solidaridad, lo que por supuesto no es cuestionable ni mucho menos.
Ocurre que pese a que se viene instrumentando desde hace varios años el Fondo de Solidaridad, este apoyo no ha alcanzado para revertir las cifras que indican que en el caso de las carreras tradicionales que se dictan en las respectivas facultades, prácticamente el 70 por ciento de los estudiantes son montevideanos que cursan gratis los estudios universitarios, provengan indistintamente de hogares humildes o de sectores pudientes de la sociedad.
Las cifras también dan cuenta de que no solo la gran mayoría son montevideanos, sino que provienen de hogares de ingresos medio altos y altos, los que sin embargo cursan sus estudios gratis, a cargo de toda la sociedad.
Quiere decir que la gratuidad y el libre acceso a la Universidad son simplemente un saludo a la bandera, y que las becas y fondos que se instrumentan no han alcanzado para poner los estudios universitarios al alcance de la gran mayoría de jóvenes del Interior, provenientes de hogares de menos ingresos, que no tienen posibilidad real de cursar una carrera.