Opinion | 31 Jul Al dejar inaugurada en las últimas horas la 127ª Exposición Rural de Palermo, tradicional e histórico evento del campo en la Argentina, el presidente de la citada gremial expuso ácidas críticas dirigidas al gobierno de Cristina Fernández, cuyas políticas por cierto generan duras resistencias en el sector agropecuario del vecino país.
Y no es para menos, si tenemos en cuenta que este sector, pilar fundamental de la economía de la hermana nación, ha sido incorporado por la administración Kirchner, mucho más que en anteriores gobiernos, como una fuente inagotable de recursos, aprovechando su enorme riqueza y sus ventajas naturales para producir, a efectos de promover políticas voluntaristas mediante transferencias de recursos hacia sectores improductivos, subsidiar áreas consideradas estratégicas, pero sin a la vez generar sustentabilidad para ir sustituyendo gradualmente los subsidios.
Lamentablemente, lejos de ir desmantelando este esquema suicida, que implica condicionamientos que serán imposibles de superar sin medidas traumáticas o por lo menos con una gradualidad racional, la administración de Cristina Fernández ha reafirmado la política económica y aplicado fuertes impuestos que han desestimulado la inversión y la producción tanto de sectores primarios como de emprendimientos con valor agregado.
El titular de la sociedad agropecuaria, Luis Miguel Etchevehere, expuso estos y otros elementos en el discurso inaugural de la exposición, instancia en la que responsabilizó a la administración de Cristina Fernández de construir un “relato” para ocultar el deterioro de las condiciones sociales y económicas y sobre todo, para esconder una larga lista de hechos de corrupción que salpican al gobierno. El ruralista ironizó asimismo con el concepto de década “ganada” que ha proclamado el gobierno, y subrayó que “la década, entre comillas, ganada, es otra de las colosales mentiras del relato oficial. Fue una década donde el mundo nos ofreció oportunidades extraordinarias que desaprovechamos por completo”.
A la vez, dirigiéndose a la presidente, señaló que “el mundo no se nos cayó encima, señora presidente. Su gobierno dilapidó esas oportunidades y malgastó en subsidios, politiquería barata, prácticas populistas, corrupción y propaganda, la enorme cantidad de divisas que el campo produjo durante todos estos años”.
Apuntó que “es responsabilidad de este gobierno que hoy estemos pensando en importar trigo”, pues “solo tenemos que eliminar las trabas y dejar que los mercados funcionen normalmente y volveremos a sembrar trigo, volveremos a sembrar maíz”, a la vez que el dirigente culpó a “los enormes errores cometidos por una política agropecuaria inexplicable, que provocaron que nos quedáramos sin vacas y sin mercados externos”, de acuerdo al artículo publicado por EL TELEGRAFO.
Consideró que por esta causa “se perdieron en diez años diez millones de cabezas, caímos del lugar número 3 al lugar 11 en exportación de carnes”, y “con el trigo no nos fue mejor”, pues “nos quedamos sin la harina, sin el pan y sin la torta. Es responsabilidad de este gobierno que hoy estemos pensando en importar trigo, mencionando que el área sembrada llegó a ser la misma que se daba en 1902”, en tanto señaló que en el caso de la leche en esos diez años “tenemos 6.000 tamberos menos”.
Evaluó que “solo hay que eliminar las trabas y dejar que los mercados funcionen normalmente y volveremos a sembrar trigo, volveremos a sembrar maíz”.
Los uruguayos también hemos sufrido las consecuencias de estas políticas en la otra orilla, en este caso favoreciéndonos, porque evidentemente el boom de la soja se debió fundamentalmente al hecho de que productores del vecino país invirtieron en cientos de miles de hectáreas, comprando y arrendando campos, porque en su país resulta asfixiante la presión tributaria y la rentabilidad se les vino al piso.
Precisamente esto es lo que se logra cuando se promueven políticas asistencialistas, se desalienta la inversión y se pretende “redistribuir” compulsivamente recursos, sin tener en cuenta que la economía es muy compleja y que es suicida retener siempre a un sector clave como fuente de financiación, al costo que sea, para quedar mejor parado ante las próximas elecciones, aunque con ello se condicione el esquema productivo y la generación de riqueza dentro del país, comprometiendo su viabilidad.