Paysandú, Domingo 04 de Agosto de 2013
Opinion | 28 Jul Paysandú tiene, desde sus comienzos, una muy valiosa tradición en las artes literarias, plásticas, musicales, teatrales, sonoras y aún en las más modernas que canalizan la creatividad a través de las tecnologías actuales.
Innecesario resulta enumerar los logros locales, nacionales e internacionales obtenidos por sanduceros y residentes en Paysandú en las diferentes disciplinas artísticas que hacen a la cultura y el bienestar del ser humano.
Desde autores de obras literarias de los más variados géneros, pasando por los artistas plásticos exitosos en todas las técnicas, creadores de medios audiovisuales así como músicos de todas las épocas, han surgido en territorio sanducero figuras de valores inconmensurables que enorgullecen a todo Paysandú.
Y, en este panorama, existe consenso en que los certámenes han sido un factor determinante para la aparición y desarrollo de tantos y tantos artistas que en sus diferentes especialidades han llegado a la cumbre.
Convocatoria, competencia, premiación, publicación o exhibición de las obras han coadyuvado, impulsado y muchas veces determinado la aparición de brillantes artistas que se destacaran en las más diversas disciplinas.
Y, es en este aspecto, donde Paysandú está hoy omiso, casi indiferente.
Autoridades de la cultura, organizaciones públicas y privadas, han guardado en el “cofre de los recuerdos” los certámenes literarios, las jornadas poéticas, los “Juegos Florales”, las “Olimpíadas del Músculo y la Mente”, las bienales, certámenes musicales, y, con excepciones, los concursos fotográficos, los encuentros teatrales y otras manifestaciones de esta naturaleza.
Recientemente, en ocasión de dar a conocer los lineamientos generales de los festejos de los 150 años de Paysandú Ciudad, el comité organizador anunció la realización de un certamen literario cuyo tema giraría en torno precisamente al hecho convocante de las celebraciones. Ello no se ha concretado aún y, si tenemos en cuenta que la convocatoria de un concurso de obras literarias, sea en el género que sea, debe otorgar un tiempo prudencial para la presentación de las obras, todo hace suponer que el anuncio fue sólo una manifestación de intenciones pero nada más que eso.
Si así ocurre se habrá perdido un tema “sabroso” para definirlo en términos coloquiales, pero, por encima de ello, se habrá perdido una excelente oportunidad para promover la aparición de nuevos valores literarios y para refrendar la existencia de ya establecidos autores actuales. En consecuencia se ha promovido si no un retroceso por lo menos un estancamiento local en una de las artes que más aportan a la vida misma del ser humano en general y, por ende, a los sanduceros en particular.
Aunque aún estamos a tiempo y bien se podría convocar para el mismo ya que restan unos meses del año del sesquicentenario de la ciudad sanducera, pensemos que podemos organizar hoy, con tiempo suficiente, una serie de certámenes de distintas disciplinas que difundan algo en lo que todos los orientales coincidimos.
En efecto, estamos a menos de dos años del momento en que se celebrarán los doscientos años del establecimiento de la Villa de la Purificación y el Cuartel General del Hervidero.
Fue en el mes de mayo de 1815 que, tras permanecer unos días en Paysandú, el General José Gervasio Artigas estableció allí su cuartel general y un caserío se fue construyendo espontáneamente. Y no se trató de un capricho pues las ventajas de la situación geográfica eran evidentes, como punto equidistante entre Montevideo y Buenos Aires, ventana abierta sobre las llanuras litoraleñas en las que regía el federalismo. La población civil vivía en tolderías o ranchos de paja y terrón y las únicas construcciones de material persistente fueron el rancho que habitaba el propio Artigas y la iglesia, construida en 1816 y que contenía una imagen de la Virgen de la Purísima Concepción enviada por el Cabildo de Montevideo.
Tenemos pues, hoy, una magnífica oportunidad para fomentar, impulsar, promover a los artistas de todas las disciplinas y lograr que sus obras sean un trascendente medio de difusión del ideario artiguista, de la personalidad de nuestro Prócer y, también de enorme trascendencia histórica que tuvo la Capital de los Pueblos Libres en la emancipación de toda nuestra América.
Certámenes literarios en los más diversos géneros, concursos de pintura, esculturas, grabados así como obras cinematográficas, teatrales, presentaciones audiovisuales y toda otra manifestación artística deberían ser convocadas para conformar un gran acontecimiento cultural en homenaje a quien expresara claramente: “Sean los orientales tan ilustrados como valientes”.
Que no nos pase lo que está sucediendo con “Paysandú ciudad”, démosle ahora mismo a la juventud y a todos aquellos que sienten la necesidad de manifestarse a través del arte, la oportunidad de expresarse sobre un proceso que nos involucra a todos.
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