Opinion | 03 Ago A partir del 1º de agosto perdieron su beneficio los exportadores uruguayos que colocan sus productos en Estados Unidos bajo el Sistema Generalizado de Preferencias Arancelarias (SGP), debido a que el Congreso de ese país no llegó a aprobar la prórroga por un año.
A su vez también el gobierno de Canadá decidió quitarle a Uruguay el beneficio del Sistema Generalizado de Preferencias, pero a partir del 1º de agosto de 2014, tratándose de una medida que impactará fundamentalmente en las colocaciones de harina de pescado.
En ambos casos hay cierto margen de negociación que se intentará inclinar favorablemente hacia el lado uruguayo a través de activas gestiones, pero igualmente este escenario no deja de generar incertidumbre, sobre todo en los exportadores a los Estados Unidos, dado que las colocaciones en Canadá son sensiblemente menores a las de este mercado y el de la Unión Europea.
Pero no puede soslayarse que cuando nuestro país sigue arrastrando serios problemas de competitividad, pese a la suba del dólar en las últimas semanas, esta problemática conlleva un factor adicional de resquemores respecto a la suerte de las exportaciones de varios productos que pueden competir en el mercado norteamericano debido precisamente a esta preferencia arancelaria.
Ya la Cancillería uruguaya y la Embajada de Estados Unidos en nuestro país han entablado una serie de gestiones con empresarios, parlamentarios y el propio gobierno de Estados Unidos intentando que se apruebe una nueva prórroga para este beneficio, pero hasta ahora el intento no ha tenido el eco que se busca.
Debe tenerse presente, igualmente, que aún cuando el Parlamento de la nación norteamericana apruebe la prórroga, este beneficio será de duración corta para nuestros exportadores, por cuanto Uruguay perderá el beneficio del Sistema Generalizado de Preferencias a partir del 1º de enero de 2015, por haber alcanzado un PIB per capita alto, de acuerdo al criterio utilizado por el Banco Mundial.
Ello confirma que desde ya deberán adoptarse todos los correctivos posibles para mejorar nuestra competitividad, ante un panorama que viene con crecientes complicaciones por un contexto internacional difícil, pero sobre todo por factores internos que inflan los precios a los que ofrecemos nuestros productos por los altos cosos internos.