Paysandú, Viernes 09 de Agosto de 2013
Rurales | 07 Ago La ingeniera agrónoma Laura Astigarraga expuso durante la jornada de variabilidad climática realizada en Paysandú, que en un análisis de 80 años, “períodos de seca con tres meses de déficit hídrico seguido, se están repitiendo cada tres años”.
De acuerdo a la base de datos que maneja junto a su equipo --es coordinadora alterna del Centro Interdisciplinario de Respuesta al Cambio y Variabilidad Climática de la Universidad de la República--, “tenemos cada tres años la probabilidad de que en uno de esos años, tengamos tres meses con déficit hídrico”.
En diálogo con EL TELEGRAFO señaló que “los déficit hídricos arrancan en noviembre y se pueden extender hasta marzo-abril. Seguimos trabajando el tema y todavía no nos hemos dado cuenta si nos pega más tener esos tres meses secos en primavera o tenerlos en verano, lo cual estamos trabajando en virtud de los registros de los tambos”.
Astigarraga, profesora grado 4 del Departamento de Producción Animal y Pasturas, Centro Regional Sur de Facultad de Agronomía, indicó que el evento que más incide en los sistemas de producción de leche “es la sequía, y especialmente la de primavera-verano, porque es cuando uno produce las reservas forrajeras que nos van a aguantar las cargas en el ejercicio siguiente”.
Cuando se produce déficit hídrico “marcado” en varios meses consecutivos de la época citada, uno de los efectos directos “es la pérdida de leche inmediata que se dan durante esos meses secos, pero es todavía más importante la pérdida que tenemos en el ejercicio siguiente por la falta de reservas forrajeras, y por esa mala alimentación que van a iniciar todos los partos de otoño-invierno, que van a repercutir de forma residual en la primavera. De ahí la importancia de contar con reservas forrajeras por adelantado en los tambos”, subrayó.
La profesional se refirió a una sequía un poco menor que la de 2008-2009 para datos recabados en Colonia: “En esta sequía fueron seis meses consecutivos de déficit hídrico, en tanto la de 2010-2011 se notó en la zona del litoral sur y fue de cinco meses consecutivos sin lluvias importantes”.
“Sin embargo, esta última no se notó tanto porque veníamos de un año muy bueno, como fue en el 2009-2010, que fue bastante húmedo y el productor pudo hacer bastante reserva”, subrayó Astigarraga, quien disertó en el pabellón central de la Exposición Feria de Paysandú.
Aclaró que “sí se perdieron cultivos en pie en el año 2010-2011, pero los huecos que faltaron de esa reserva se cubrieron con los excedentes que habían quedado de ejercicio anterior”. Agregó que la seca 2008-2009 “pegó mucho, porque el ejercicio anterior (2007-2008) ya había sido seco, y los productores ya entraron al siguiente ejercicio con problemas del déficit y falta de forraje y prácticamente sin reservas”.
Para Astigarraga, “sin duda que la falta de adopción de medidas en los tambos es un problema en términos de producción de leche, de pérdidas de pasturas, de ahí la importancia que tiene trabajar con gramíneas perennes”.
Impacto
Astigarraga se refirió al impacto en la pérdida de leche, que se genera por no tener reservas forrajeras, “contra la cuenta de cuánto nos costaría tener una reserva forrajera (silo), un ejercicio por adelantado, en términos de capital parado, agregándole un interés financiero”. Explicó que “cuando uno hace esa cuenta, se aprecia que es más significativa la pérdida de leche que uno tiene por no hacer nada, que la pérdida por tener ese capital parado”.
Exceso
El exceso de agua también es importante y tiene impacto en la producción lechera: “Es un problema enorme en el invierno, más que nada porque nuestros sistemas pastoriles se basan en tener los animales a campo, dificultando mucho el manejo de las vacas por el barro”.
Recordó que en la primavera de 2012 “se presentaron varias jornadas lluviosas, que determinó que las vacas no comieran bien porque había falta de piso y los caminos no daban para llegar a las pasturas”.
Astigarraga indicó que los productores desde marzo y hasta mediados de abril, “se quejaban porque sacaban muy poca leche y los datos que tenemos analizado de algún grupo lechero, indica que esa poca leche se explica por las vacas de primavera que comieron mal y que bajaban el promedio del tambo. Cuando esas vacas se secaron los tambos inmediatamente subieron los promedios por vaca”.
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