Paysandú, Domingo 11 de Agosto de 2013
Opinion | 08 Ago Pese a tratarse de un sector genuino y que goza de nombre y reconocimiento internacional, la industria de la vestimenta ha ido decayendo en Uruguay, ante una problemática que tiene componentes internos y externos, pero que se han conjugado para generar un escenario muy complejo y de perspectivas inciertas.
De acuerdo al presidente de la Cámara Industrial de la Vestimenta, Luis Badano, esta actividad desde hace tiempo viene recibiendo duros golpes y los indicadores de todos estos años confirman la visión del empresario.
Badano destacó como factores adversos “las cargas” del Estado, el tipo de cambio y el ingreso masivo de la producción de China en los mercados internacionales. En los últimos años el coloso asiático, además de su ventaja comparativa de precios, ha mejorado la calidad de sus productos y se ha convertido en el principal jugador mundial del sector, lo que no es poco decir.
A la vez el contrabando y las compras por Internet también contribuyen a agravar el cuadro que describe a El Observador el empresario, quien considera que una alternativa inexorable para el país es salir a competir internacionalmente con los productos de alta gama.
Es que los números han cambiado en un sector históricamente exportador y hoy se vende en el extranjero el 50% de lo producido, en tanto en Uruguay hay unas 100 empresas que se dedican a la confección de indumentaria, la mayoría de menos de 30 empleados. Además, debe tenerse presente que en este escenario degradado, a fines de 2012 cerró una de las grandes empresas nacionales, la Tom Mix.
No estamos ante un problema nuevo, sino que es la consecuencia de un proceso en cuesta abajo iniciado hace ya varios años y que parece no tener piso, porque no se han adoptado medidas de contención ni estructurales para un sector que tiene mano de obra de calidad y que por lo tanto contribuye a la exportación de valor agregado nacional.
Los empresarios, sindicatos de textiles y punto y el Ministerio de Trabajo están trabajando actualmente en la creación de un espacio para defender al sector y velar por sus intereses similar al de INAC e Inavi. Según Badano, podrían llevarse adelante iniciativas como participar en ferias internacionales o generar espacios tax free en centros comerciales uruguayos.
Los últimos datos del sector indican que en 2012, Uruguay exportó vestimenta por U$S 41.262.694 (valor FOB), 8,1% menos que en 2011, de acuerdo a cifras de la cámara. En tanto, importó por U$S 231.975.188 (FOB), 7,4% más que el año anterior, lo que da una pauta del desfasaje entre exportaciones e importaciones y el desnivel de la participación de la industria local en el segmento de consumo del país.
Para evitar la desaparición del sector y mejorar sus condiciones laborales, en diciembre de 2011 se promulgó la ley 18.846, que prevé subsidios a empresas y empleados. Sin embargo, Badano dijo que si bien estos últimos sí los han cobrado, los empresarios han tenido algunas dificultades. En la última oportunidad fueron 7.000 los trabajadores beneficiados, en tanto la ley intenta ser un “arma para blanquear”, explicó Badano, en una industria donde, según estimaciones del sindicato, por cada empleado con aportes hay uno “en negro”. “Si trabajan en negro no cobran el subsidio”, dijo.
A su vez una de las grandes piedras en el zapato es Argentina y su política de otorgamiento de licencias no automáticas, con fuerte proteccionismo, que hace que el vecino país esté fabricando vestimenta a mucho menor precio que Uruguay y a la vez de restringir las compras en nuestro país, está exportando en forma creciente a nuestro mercado, lo que lo ubica como una especie de China en pequeño pegada a nuestras fronteras.
“Se está expandiendo brutalmente. Hoy China está al lado nuestro de alguna forma”, sostuvo Badano, quien consideró que la situación del sector en Uruguay y el florecimiento que vive en Argentina ha hecho que muchos trabajadores hayan emigrado al otro lado del Río de la Plata.
Ante las cargas del Estado y las dificultades y compromisos de subsidios, evidentemente no es fácil buscar alternativas genuinas para una industria que se ha quedado sin competitividad. Por lo que la respuesta aparece por el lado de cambiar el perfil de la producción y tratar de competir en la confección de alta calidad, según evalúan los empresarios, lo que se está dando por ejemplo en la confección de uniformes para determinadas empresas y compañías aéreas.
Pero naturalmente, es un segmento muy limitado, y difícilmente pueda encontrarse solo por esta vía respuestas para las empresas que quedan. Por lo que es preciso seguir trabajando de consuno entre los empresarios y el gobierno para promover un escenario que genere mayor competitividad, que es la gran problemática en juego, como en tantos otros sectores de la vida nacional que tienen en la exportación su posibilidad de subsistencia.
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