Paysandú, Martes 13 de Agosto de 2013
Opinion | 06 Ago En las últimas horas los cancilleres de los países integrantes del Mercosur se reunieron en Nueva York con el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, a efectos de transmitirle la “indignación” de las naciones que suscriben el acuerdo regional, por el espionaje internacional que efectúa Estados Unidos, según las denuncias formuladas por el ex integrante de la CIA Edward Snowden, actualmente asilado en Rusia. Según declaró el canciller venezolano Elías Jaua, tras el encuentro con el secretario general de la ONU, “en la reunión transmitimos lo que fue un mandato que fue encomendado a nosotros por los presidentes y presidentas miembros del Mercosur, acerca de elevar a esta alta autoridad de Naciones Unidas nuestra denuncia, nuestra preocupación, nuestra indignación sobre el sistema de espionaje global que ha sido revelado por Snowden acerca de actividades de inteligencia ilegales que realiza el gobierno de Estados Unidos contra ciudadanos de todas partes del mundo”.
El diplomático del país caribeño definió el encuentro con Ban como un mensaje de “alerta” a la vez que evaluó como “graves implicaciones” que el espionaje puede tener “en la estabilidad de los países” y la confianza “mutua” a nivel internacional, aspectos estos que transmitió junto a los cancilleres Héctor Timerman, de Argentina, David Choquehuanca, de Bolivia, Antonio Patriota, de Brasil, y Luis Almagro, de Uruguay.
Debe tenerse presente que el Mercosur denunció el espionaje de Washington en la región en la última cumbre celebrada por la organización el 12 de julio en Montevideo, oportunidad en la que los jefes de Estado del bloque decidieron que los cancilleres del organismo informaran del caso al secretario general de la ONU y le solicitaran “mecanismos de prevención y sanción a nivel multilateral en la materia”.
Estas reflexiones de los países integrantes del grupo, y a la vez el extremo de llevarlos ante la propia Secretaría General de la ONU, revela cuan lejos están los países signatarios del acuerdo, a través de los gobiernos “progresistas”, de cumplir con los objetivos que se trazó el bloque regional cuando se formó hace veinte años, por cuanto sigue centrado en buscar protagonismo político y afinidades, incluso anteponiendo lo político a lo jurídico, como explicara en su momento el presidente uruguayo José Mujica.
En este caso refiere a una denuncia de espionaje de un ex integrante de los organismos de inteligencia de Estados Unidos, en cuanto a que Washington tiene una red de espionaje internacional, como si esta fuera una noticia digna de un cataclismo, cuando hasta el más despistado ciudadano del mundo sabe que estas son prácticas que se efectúan desde hace muchos años, que vienen incluso desde antes de la guerra fría y que, naturalmente, no las lleva a cabo solo Estados Unidos, sino todas las grandes potencias y hasta las que no son grandes, en la medida en que pueden, porque de ello depende la inteligencia que despliegan en defensa de sus intereses.
Por lo tanto, desgarrarse las vestiduras por esta “revelación”, más allá de que naturalmente sea una práctica condenable, es simplemente una postura político-ideológica, una más de las tantas que ensaya el Mercosur a través de sus gobiernos “progresistas”, inmersos en consideraciones y decisiones políticas como bloque pero sin cumplir con los postulados intrínsecos al grupo.
La “indignación” a la que se refiere el canciller venezolano Jaua por este espionaje global de Washington, debieron haberla tenido en su momento los países signatarios del Mercocur con Argentina, cuando Buenos Aires incorporó restricciones de todo tipo en el comercio regional, violando todo lo firmado en su momento en el Mercosur, para intentar tener un superávit comercial que le permitiera hacerse de dólares porque por ser mal pagador no tiene crédito internacional.
Este serio perjuicio a los demás socios del Mercosur no “indignó” a nadie, sino que se siguió resignando derechos ante el atropello de uno de los socios grandes, como ocurrió además con el bloqueo de los puentes y todos suscribieron la aberrante decisión de suspender a Paraguay y hacer entrar a Venezuela por la puerta de atrás, violando toda legalidad en el bloque regional, porque no se cumplió con la cláusula que establece que estas decisiones deben ser refrendadas por los parlamentos de todos los países del Mercosur.
Por lo tanto, estamos ante una perla más de un largo collar de contradicciones, incongruencias y dislates en un bloque que no solo no funciona desde el punto de vista del comercio y la integración, sino que ha perdido el rumbo y su esencia, porque a través de la ideología se pretende justificar todo lo que se haga, aún las posturas más ridículas y a contramano del derecho internacional.
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