Locales | 09 Ago El operador portuario Calmadón S.A. abandonó definitivamente el puerto de Paysandú, tras una inversión valuada por uno de sus principales --Manuel Palacios-- en 300.000 dólares, de los cuales casi 200.000 en una secadora de granos que nunca pudo ser puesta en funcionamiento “por problemas que se nos plantearon en el puerto, que hicieron imposible todo lo que queríamos concretar”, la que aún “no hemos podido retirar y permanece tirada en la terminal portuaria sanducera, aunque esperamos que pronto podamos recuperarla”. Estos días “devolvimos las llaves, tras un montón de hechos que no nos dejaron conformes. Si se trabaja en disconformidad no podemos hacerlo apropiadamente”, confirmó Palacios a EL TELEGRAFO.
Indicó que “hubo un montón de hechos seguidos, que impidieron el desarrollo de nuestra empresa y de nuestros clientes, que también fueron perjudicados”. Recordó que la empresa tuvo “un paro en un momento, que se levantó enseguida porque accedimos al petitorio. En ese momento estábamos cargando barcazas para a su vez cargar un barco en Nueva Palmira y el cliente se encontró de un momento a otro con que no tenía la seguridad que la mercadería le llegaría al barco en el momento adecuado”. Por lo tanto, Calmadón debió “negociar a cualquier costo, respetando al cliente, porque éste necesitaba la mercadería en Nueva Palmira”, donde un día de espera tiene un costo de alrededor de 25.000 dólares. “Esto fue creando un estado de inseguridad importante. No teníamos la seguridad de trabajo. Un día se trabajaba bien y al otro había un paro. Los motivos podían ser razonables o no, pero las medidas de fuerza --así lo entiendo-- deben ser la última medida. No somos dueños de la verdad, capaz que tenían razón, pero el proceder no fue correcto”, destacó el empresario.
Palacios también afirmó que “(el jefe de División del puerto de Paysandú), Daniel Fernández, nos puso un montón de trabas, lo que impidió que la empresa pudiera desarrollarse, aun cuando se habían invertido unos 300.000 dólares, lo que incluyó, una secadora, un elevador, una cinta transportadora y arreglos en el galpón, que fueron muy importantes. Invertimos todo eso en el puerto de Paysandú, pero no tuvimos el apoyo que esperábamos”. Entre los costos, deben incluirse también 3.000 dólares de alquiler, pagado durante un año, aunque “solo trabajamos un mes y medio”.
Ante esa situación la empresa decidió retirarse “definitivamente, salvo alguna operativa puntual que algún cliente necesite” del puerto de Paysandú, concentrando la misma en el puerto de Nueva Palmira “donde están trabajando doce empleados de Paysandú”.
Palacios fue contundente al indicar que “fue un mal negocio intentar trabajar en el puerto de Paysandú; se fue con mucha ilusión, se apostó y no salió”. Al mismo tiempo opinó que “si queremos que Paysandú sea un puerto productivo, si no cambiamos la cabeza y la forma de trabajo, no va a funcionar. Los costos mandan y hoy no son muy diferentes el de la operativa portuaria con ir a buscarlo a la chacra en camión y llevarlo directamente a Nueva Palmira. Y si se hace así, se tienen seguridades que en el puerto no estuvieron nunca”.
“Estoy seguro que la empresa multinacional que trabajaba con nosotros, hoy en día lo ve al puerto de Paysandú con otros ojos; no con los mismos que lo veía hace seis meses atrás. Y eso es malo”. “Quedamos totalmente en rojo. Por eso consideramos que el mejor camino era dar un paso al costado. Con este sistema de trabajo en el puerto de Paysandú lo único que podíamos hacer era seguir perdiendo plata y eso no es lo que una empresa puede hacer”, resumió el empresario.