Paysandú, Jueves 15 de Agosto de 2013
Opinion | 13 Ago Por cierto que entre los graves problemas que afectan nuestra enseñanza, de origen estructural en su mayoría y que no se podrán erradicar de la noche a la mañana ni siquiera multiplicando por diez los recursos que se vuelcan al sector, figura el de la deserción, sobre todo en Secundaria, lo que va de la mano con la degradación de valores en el núcleo familiar, entre otros aspectos.
A la vez, la pérdida sistemática de calidad pero también de objetivos contribuyen a alejar al alumnado de la enseñanza estatal, a la que se vuelca mucho dinero, pese a la protesta de los gremios, sin que a la vez se tenga la contrapartida de resultados, más allá de los intentos de confundir a través de las estadísticas, bajando las exigencias para que los números den mejores resultados en lo macro.
De acuerdo a un informe de El Observador, del que es autora la periodista Magdalena Cabrera, entre 2003 y 2012 la matrícula de Primaria se redujo en 60.000 alumnos en una década, según se desprende del Monitor Educativo del Consejo Inicial y Primaria de 2012, que indica que las inscripciones en las escuelas están disminuyendo desde hace una década.
Entre otros aspectos, los datos indican que en el período considerado la participación del sector público en educación escolar cayó de 87,7 por ciento al 83,4 por ciento. En cambio, el sistema de educación inicial público mantiene estable su alumnado desde hace unos dos años, alcanzando 80.000 alumnos en 2012, en tanto la cantidad de inscriptos venía disminuyendo desde 2009, cuando se llegó a una cifra de 83.854 niños.
Para el director general de Primaria, Héctor Florit, el factor más importante en este fenómeno es la caída de la natalidad, si se tiene en cuenta que actualmente hay 10.000 nacimientos menos que hace diez años, lo que reduce la población en edad escolar. De acuerdo a sus datos, el 80 por ciento de los niños que nacen cada año terminan yendo a la escuela pública, lo que determina que haya unos cinco mil niños menos por grupo, y si se tiene en cuenta que la escuela tiene unos ocho grupos desde jardinera a sexto año, dijo que se deduce que el factor natalidad determina la baja de entre 30.000 y 40.000 niños. A ello debe agregarse menos alumnado por haber bajado el índice de repetición y la mayor captación por los colegios privados, lo que a su juicio explica que Primaria haya pasado de tener 410.000 alumnos en 2002 a 350.000 en 2012.
En contraste, ha crecido la matrícula en los colegios privados en forma significativa, pero este aspecto se da más en Secundaria que en la escuela, y de acuerdo a voceros de la Asociación de Institutos de Educación Privada, los padres consideran que mientras su hijo está en edad escolar puede concurrir al sistema público, pero cuando ingresan al liceo prefieren “hacer esfuerzos para poder pagarle una educación adecuada”.
Los números considerados refieren a un enfoque muy focalizado de la vasta problemática de la enseñanza en nuestro país, y por cierto que las sesudas explicaciones respecto a la baja de la natalidad y como este factor repercute en la inscripción de Primaria, choca contra la realidad insoslayable de quienes pueden hacen un esfuerzo y sacan a sus hijos de la educación estatal para que cursen en un instituto privado.
Esto determina como resultado primario que los sectores de menores ingresos ya de entrada reciben una educación de menor calidad que los sectores más o menos pudientes, y este aspecto se agrava en Secundaria y en la propia Universidad, que en los hechos es gratuita solo muy parcialmente y siempre se decanta la matrícula y los egresos en desmedro de los estudiantes provenientes de sectores de ingresos más bajos y del Interior.
Pero aún en un escenario complicado desde el punto de vista socioeconómico, de la degradación de valores, de prioridades e intereses, que se interrelaciona con la caída en la calidad de lo que se enseña y en la capacitación del cuerpo docente, nos encontramos con que la abstracción y el divorcio entre lo que se enseña y lo que se necesita en el mercado de trabajo es el gran tema a resolver en el campo educativo. Naturalmente entre muchas otras muchas falencias propias y de las que el sistema es receptor, por el desdibujamiento de interés, valores y prioridades por el propio estudiantado.
Pero por algún lado hay que empezar, y el “aggiornamiento” del sistema educativo, dando respuestas en capacitación a lo que los jóvenes requieren para los desafíos que plantea la vida, es el primer paso indispensable que se debería dar, y este aspecto todavía sigue en veremos, más allá de algunos logros aislados.
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