Paysandú, Domingo 18 de Agosto de 2013
Opinion | 18 Ago Un grupo de maestros salteños que trabajan en las “escuelas de aprender” o anteriormente denominadas “de contexto crítico”, expresó su preocupación a las autoridades de Educación Primaria por los altos índices de niños que han manifestado su deseo de “no vivir más” ante las condiciones de violencia, abuso y falta de alimentación que sufren en sus hogares.
Esta preocupación, que no es nueva, es la continuación de una serie de denuncias que a nivel nacional marcan una tendencia al alza. La autoeliminación o suicidio parece la solución a los problemas de una franja etaria que debería vivir feliz y jugar.
Sin embargo, demuestran que llevan una vida miserable y que a pesar de la vocinglería que indica la persistencia de una era de “bonanza económica”, al menos a ellos no le ha llegado el discurso ni nadie que les explique que la felicidad y el amor no pasa por ecuaciones positivas.
Uruguay se encuentra con una tasa promedio de 16,6 suicidios cada cien mil habitantes, conformando así un grupo con Japón, Suecia, Noruega o Estados Unidos, a los cuales considerábamos –en el imaginario colectivo--, con cifras peores que nuestro país.
Hasta el año 2007, la tasa se encontraba en 12,5 y en 2009 aumentó a 17 cada cien mil habitantes. La tendencia indica que sigue bajando la edad, ante una idiosincrasia “preocupada” por todos los temas, pero “ocupada” en pocos.
El problema es que estas cifras marcan una curva ascendente, en tanto, no se interviene desde la raíz. Sigue siendo un tema poco hablado y debatido, bajo el mito que se incrementa el riesgo y más personas adoptarían la decisión de atentar contra sus propias vidas. Sin embargo, pareciera que esta premisa no está funcionando porque los casos continúan en franco aumento.
La iniciativa docente que rápidamente detectó la problemática y denunció los casos antes las autoridades referentes, es el comportamiento adecuado a seguir. No obstante, no es lo que habitualmente se observa.
Si no se atiende el contexto donde el niño o el adolescente pasa la mayor parte de su tiempo, o sea su hogar, cualquier actuación temprana resultará estéril.
El abordaje integral dará resultados en el largo plazo porque el desamor y el maltrato no se solucionan en el término de meses y en algunos casos atraviesa un faceta cultural.
Tal como lo sostienen los psicólogos, quitarse la vida no es una decisión que corresponde a un niño o un adolescente y no hace falta ser técnico para imaginar las condiciones extremas de vida que los llevan a “escapar” de esa manera.
Pero, ya lo dijo el presidente José Mujica: “ los Estados no pueden dar amor. Los seres humanos precisan más que medidas económicas, algo que no se compra ni se vende”.
Y sobre esto no hemos empezado a discutir todavía, porque ese “amor” al que hizo referencia el mandatario no logra el rédito político que se necesita en tiempos electorales.
EDICIONES ANTERIORES
A partir del 01/07/2008
Ago / 2013
Lu
Ma
Mi
Ju
Vi
Sa
Do
12
12
12
12
Diario El Telégrafo
18 de Julio 1027 | Paysandú | Uruguay
Teléfono: (598) 47223141 | correo@eltelegrafo.com