Paysandú, Lunes 19 de Agosto de 2013
Locales | 13 Ago En circunstancias en que, según anuncia El País, los días 22 y 23 del corriente agosto se realizarán en Montevideo lo que se anuncia como Jornadas de Siniestralidad Vial, que organizan la Academia Nacional de Medicina, el Ministerio de Educación y Cultura, la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev), el Automóvil Club del Uruguay y la Fundación Unitran, en el marco de la Década de Acción por la Seguridad Vial 2011-2020 y el plan mundial planteado por ONU, se entiende oportuno volver en la presente columna al análisis de asunto sin duda de gran importancia.
Tan grande es en efecto su importancia que, como en dicha nota se señala, según lo que ha informado la Organización Mundial de la Salud el número de pérdidas de vidas humanas asciende nada menos que a la cifra de unas 1.240.000 personas por año, y a decenas de millones de lesionados, muchos de ellos con secuelas permanentes sobre su salud física y mental, lo cual genera un costo económico que significa importante porcentaje del PBI de los diversos países involucrados.
Como también se expresa en la nota precitada, en Uruguay preocupan los datos que se procesan al respecto desde 2009 por la trascendencia que tienen, al punto de que, verbigracia, en el primer semestre de 2013 se han lesionado más de 15.000 personas, cifra que equivale diariamente a 83 personas; de dicho total el número de fallecidos fue de 290.
Si se analiza el medio del transporte que utilizaba, en cada caso, la persona fallecida, se comprueba que más de la mitad viajaba en motocicleta (51,7%). Se informa también que el costo de tan alto nivel de siniestralidad se ha estimado en el orden de unos mil millones de dólares por año.
Tal como con reiteración se ha señalado en esta columna, los datos que se resumen en la información precitada no pueden llamar la atención, pues es algo muy claro que son consecuencia de la forma muy desordenada que es observada como normal en el tránsito, tanto en el urbano como en el carretero. Por ello, para titular algunos de los frecuentes comentarios, hemos dicho, por ejemplo, que el que aquí se desenvuelve parece un tránsito “sin normas”; y también hemos señalado que muchas de sus fallas obedecen a errores en la educación. Y hoy reiteramos tales conceptos, que se pueden fácilmente comprobar mediante la atenta observación de la forma en que se desenvuelve en el tránsito alto porcentaje de los conductores. Y también en muchos casos los peatones.
Ello se ajusta a la clara realidad de la siniestralidad en el país, lamentablemente. Obsérvese, por ejemplo, la muy frecuente falta de respeto a las preferencias que normas muy claras y precisas han consagrado, como es el caso de quien cruza una vía desde la derecha, o el de quien circula por una vía a la cual otro conductor pretende entrar. También la frecuencia con que los conductores no circulan con respeto al carril o senda, pues lo cambian súbitamente, sin ninguna señal al que circula por el carril al cual pretende ingresar; la falta de circulación oportuna por el canal correspondiente cuando se pretende girar sea a derecha o a izquierda; el cambio súbito de canal en circunstancias en que, quien va adelante, merma su velocidad, aunque por el otro canal circule otro vehículo al cual, por tanto, se impone reducir súbitamente la velocidad de su marcha.
En las rutas, además del generalizado exceso de velocidad, es muy frecuente el adelantamiento indebido por circular vehículos en sentido contrario, lo cual suele provocar graves accidentes, y otros casos indebidos.
Y en general, además, aunque es factor que tiende a dar seguridad hacer indicación a los otros conductores de la maniobra que se ha de realizar de inmediato, es muy alto el porcentaje de conductores que no realiza tales indicaciones o señas.
Y es también muy alto el número de quienes, al conducir, no respetan, como corresponde, el derecho que las nomas en ciertas circunstancias acuerdan a los peatones. Lo expuesto obviamente no comprende todos los casos, y problemas que de ellos derivan, debidos a la forma desarreglada en que funciona el tránsito vehicular, y por tanto lo mucho que está pendiente de ser corregido. Por ello, en reciente comentario inserto en “La Democracia”, se entendió que no fue acertado, mientras haya tantas cuestiones aún pendientes de mejoramiento, haber aprobado el cúmulo de nuevas exigencias que contiene la ley Nº 19.061, ampliatoria de la Nº 18.191.
En síntesis: mantiene su gran trascendencia dedicar a los problemas del tránsito y de su seguridad un gran esfuerzo para contribuir eficazmente a su efectiva corrección.
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