Paysandú, Martes 20 de Agosto de 2013

OPINIÓN

SOLICITADA

Locales | 14 Ago Aquellos escándalos
de los 70, en medio de
la telenovela de
la casita del parque
En diversos medios de comunicación se ha dicho --no en la prensa local-- que los sanduceros somos una sociedad hipócrita, porque todos sabíamos lo que ocurría --referido a la telenovela de la casita del parque-- y eso no es verdad: el sanducero es trabajador, respetuoso y solidario; no vive para ocuparse de la vida del vecino, sino para atender sus propios problemas, que son muchos y diversos. Lamentablemente hemos caído en el ojo del huracán que trasciende lo local al extremo de comparar la inconducta del multimillonario cavaliere romano Berlusconi con la del exsecretario general de nuestra comuna. Si la prensa internacional así exagera en todo, no se me hace creíble en nada.
Pero vayamos a lo local: no es cristiano tratar de hacer leña del árbol caído, cuando ese eucalipto nos protegió del sol con su sombra, y hasta de la suave llovizna; ni que hablar del perfume de sus hojas con que nos deleitó. Respetémoslo en el suelo. La conducta del exsecretario de la IDP es muy reprobable y pecaminosa y ha afectado de un modo u otro a nuestra sociedad.
Pero valoremos lo positivo: el Dr. De los Santos es uno de los más capaces abogados de Paysandú en la actualidad. A cuántos habrá defendido brillantemente; creciendo desde un origen muy modesto en sus treinta años de ejercicio profesional, incrementando su patrimonio en lo justo, no cobrando en dólares sus honorarios ni con un inmueble al gestionar una sucesión o cualquier asunto civil o penal de importancia económica.
Escuché decir a un panelista en una audición radial que nunca en su vida --bastante larga por cierto-- ocurrió un suceso como el que golpea a la IDP en la actualidad. Debo recordarle que no es cierto: sucedió y muchísimo más grave por cuanto involucró a la intendencia directamente, y no como ahora en que el accionar “personal” de un jerarca de la misma compete exclusivamente a la moral y ética del mismo.
Fue en la década del setenta cuando fue procesado por cohecho calificado el Intendente de Paysandú junto con una docena y media de sus allegados. La sociedad y el contribuyente sanducero sí se vieron perjudicados económicamente y la intendencia fue responsable. Ahora no, porque repito, se trata del accionar moral y ético de uno de sus integrantes exclusivamente.
Y con respecto al estado público que se ha dado y da a la telenovela de la casita del parque hay un antecedente, también en la década del setenta, cuando más de seis o siete parejas celebraron una festichola en la misma casita y a su término concurrieron a El Carabel, motel de alta rotatividad de la época. Y todos --no sé cómo entraron en la misma pieza ni cómo permitieron su ingreso-- rodearon la cama donde una sanducera y un salteño (la rivalidad sólo es en el fútbol) efectuaron el acto sexual. Todos fueron procesados con prisión.
Sin embargo, a pesar de la conmoción social que causó en nuestra sociedad, ávida de conocer los detalles de un hecho policial de esta índole, no se le dio la trascendencia enorme que se le ha dado y continúa dándosele a este otro suceso ocurrido en el mismo inmueble de la IDP.
Pero claro, no hubo un político de por medio ni estábamos en período casi pre electoral, sino en pleno proceso militar. Lo dicho: no hagamos leña del árbol caído y recordemos la cita bíblica de “que quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. C.I. 3.529.833-1


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