Paysandú, Martes 20 de Agosto de 2013
Opinion | 14 Ago Como era de esperar, no fue bien recibido en el Poder Ejecutivo, sobre todo por integrantes del equipo económico con el ministro de Economía y Finanzas, Fernando Lorenzo, a la cabeza, el documento presentado por cinco gremiales empresariales y el apoyo de otras diez en la que éstas reclaman una serie de medidas que contemple a los respectivos sectores de actividad, afectados por el común denominador de la falta de competitividad y caída de rentabilidad.
Sí sorprende en cambio la airada salida del titular de Economía ante este planteo, sobre todo catalogando de “posicionamiento político” la presentación a la opinión pública de los empresarios que aspiran a mejorar su situación.
El secretario de Estado sostuvo que el documento presentado por las cinco principales gremiales de empresarios no solo es de posicionamiento político, sino que también afirmó que no tiene sentido que se critique el déficit fiscal por un lado y por otro que se reclamen ayudas económicas a sectores empresariales.
“El documento está interpelando las políticas del gobierno. En Uruguay las políticas públicas se manejan con seriedad y desecho cualquier afirmación contraria”, dijo Lorenzo al ser consultado por la prensa sobre el documento denominado “Aporte para una mejora: La competitividad y el desarrollo de Uruguay” elaborado por las principales cámaras empresariales y que generó malestar en el gobierno.
Al ser consultado sobre los cuestionamientos al gasto social, Lorenzo afirmó que “algunos tienen un concepto ideológico sobre esto. Muchos de los gastos cuestionados son para atender situaciones de vulnerabilidad y de dificultad de sectores y familias cercanas a la extrema pobreza. En cambio cuando (el dinero) va destinado a apoyos a empresas en dificultades se cree que es bueno”.
“Si se cree en apoyar a las empresas en relación a los uruguayos en dificultades les decimos que rechazamos esa idea”, declaró. El secretario de Estado también manifestó que espera que este documento no fuese realizado con la intención de cambiar el relacionamiento entre empresarios y gobierno.
Esta situación se da luego de que las cámaras de Industrias, Comercio, Mercantil y Asociación y Federación Rural presentaron un informe el jueves sobre pérdida de competitividad con críticas al plano fiscal, relaciones laborales, manejo cambiario, educación y seguridad, entre otros.
Pero desde el punto de vista de los conceptos, lo planteado por los empresarios es simplemente una compilación de puntos que los sectores productivos vienen reclamando desde hace mucho tiempo a un gobierno que ha contemplado solo muy parcialmente algunos de estos reclamos, y que por ejemplo ha hecho caso omiso al pedido de ajustar el gasto público a las reales posibilidades del país, en lugar de seguir gastando incluso por encima de lo que ha aumentado la recaudación por imperio de las favorables condiciones internacionales.
El atribuir intenciones aviesas y político-ideológicas a las gremiales empresariales, solo por reclamar mejores condiciones para su desenvolvimiento, denota que existe un alto grado de soberbia en el gobierno y el equipo económico, que hasta menciona incorporar como un “castigo” a quienes discrepan, el cortar los beneficios que a su juicio ha otorgado y concedido generosamente a estos sectores de actividad.
Ocurre que la pérdida de competitividad no la ve solo quien no quiere verla, en el marco de un proceso que se ha acentuado en los últimos años, con un tipo de cambio depreciado, pero a la vez con costos internos que socavan seriamente los márgenes de rentabilidad, agravado por un esquema de gasto público rígido que puede tener consecuencias muy serias tan pronto cambien las condiciones internacionales y por ende con muy escaso margen de maniobra para responder a los eventuales cambios de escenario.
Por lo demás, esta amenaza de desafectar los supuestos beneficios concedidos se lanza sobre creadores genuinos de empleo en el Uruguay, desde las micro a las grandes empresas, todos aportando su cuota parte de esfuerzo para llegar a fines de mes, caso también de trabajadores y pasivos, haciendo milagros para soportar los altos costos de energía, servicios y logística, así como salariales, además de la cargas tributarias, para seguir subsistiendo.
Encima, a través de esta postura airada el gobierno parece vivir en un mundo irreal, en un microclima generado por una claque de incondicionales y referentes ideológicos que siguen cultivando libretos sesentistas, culpando de todos los males a los empresarios, a la derecha oligarca y a todos los que intenten algún tipo de crítica, sin reconocer que se requieren soluciones ya desde hace bastante tiempo en lugar de amenazar con sanciones a quienes discrepan y señalan la necesidad de correctivos.
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