Opinion | 15 Ago Expertos participantes en la I Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo que se realiza en Montevideo advirtieron que el crecimiento económico que vive la región de América Latina “no termina de llegar a determinados sectores juveniles” y recomendaron invertir más en este sector de la población.
En un mundo que enfrenta una crisis del empleo cada vez más grave y en el cual los jóvenes tienen tres veces mayores probabilidades de estar desempleados que los adultos, es importante reparar en el riesgo de una generación de trabajadores jóvenes marcada por una mezcla peligrosa de alto desempleo, creciente inactividad y trabajo precario, además del estigma social hacia los jóvenes, quienes son observados como muchachos que no quieren trabajar, cuando en realidad ésa es una situación de sólo parte de ellos.
En América Latina hay unos 148 millones de jóvenes tienen entre 15 y 29 años, algo así como un “bono demográfico” --es decir que la mayor parte de la población está en edad económicamente activa (entre 15 y 59 años) con capacidad para trabajar, ahorrar e invertir-- que no se podrá sostener indefinidamente, ya que todo hace prever que en un futuro no muy lejano la cantidad de personas inactivas aumentará.
Es por eso que los expertos recomiendan actuar ahora para mejorar la productividad de la población activa y para eso hay que invertir en educación y empleo decente. El descreimiento sobre la educación y el desajuste de diferentes aspectos del sistema educativo con la realidad, son problemas importantes y a solucionar. Basta decir que según la I Encuesta Iberoamericana de Juventudes, el 30% de los encuestados aseguró que la escuela no funciona y alrededor del 20% cree que lo que se aprende en la escuela no sirve para trabajar.
En Uruguay, la existencia de un total de aproximadamente 16,4% de jóvenes que no estudian ni trabajan es un dato preocupante pero también deberíamos preocuparnos por el 20% que estudia y quiere trabajar y no siempre encuentra donde hacerlo.
A modo de ejemplo, cabe recordar lo ocurrido el año pasado con el programa “Yo estudio y trabajo” que ofrecía 720 plazas laborales para estudiantes y se presentaron 43.764 jóvenes aspirantes. Pero además, deberían incrementarse los mecanismos y oportunidades de aprendizaje para desarrollar jóvenes emprendedores, capaces de innovar, utilizar los conocimientos adquiridos en la UTU, la Universidad o la vida y generarse sus propios puestos de trabajo.
En definitiva, se trata de una serie de situaciones que las políticas públicas y políticas de juventud necesitan tener en cuenta ya que si no lo hacen, se estarían perdiendo oportunidades de incidir favorablemente en el desarrollo del país.