Paysandú, Martes 27 de Agosto de 2013
Opinion | 21 Ago Desde hace poco más de un año rige el decreto que modifica la reglamentación de la ley de promoción y protección de inversiones, que determina exenciones fiscales adicionales a usuarios de parques industriales y las PYME.
Las cámaras del sector industrial y del comercio y servicios han evaluado los cambios como positivos, en tanto de acuerdo a los argumentos manejados por el Poder Ejecutivo para promover las iniciativas, el objetivo es adecuar las exigencias sobre las externalidades a las que se comprometen las empresas beneficiarias, “eliminando indicadores de difícil control, incorporando el concepto de calidad de empleo, redefiniendo los indicadores de descentralización y de incremento de las exportaciones, ampliando el concepto de innovación, considerando las exportaciones directas generadas por los productores agropecuarios e incorporando indicadores sectoriales”.
Los usuarios de parques industriales pueden aumentar en un quince por ciento el puntaje total de exoneración fiscal obtenido en la matriz de indicadores que aplicará para puntuar cada proyecto, lo que puede resultar muy positivo en tiempos en los que hay problemas importantes de competitividad por el valor del dólar y suba de impuestos y las trabas que deben enfrentarse en el comercio regional.
En el capítulo de apoyo a las pequeñas empresas, se establece que las PYME que presenten proyectos de inversión por hasta 3,5 millones de unidades indexadas podrán optar entre obtener un porcentaje adicional de exoneración del Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas (IRAE), o aplicar un régimen simplificado de evaluación.
En principio es positivo todo paso que se dé para simplificar trámites, especialmente para los emprendimientos que recién comienzan a funcionar, teniendo sobre todo presente que las firmas de menor envergadura son las que tienen más dificultades para encarar trámites que por lo general son burocráticos y engorrosos, lo que se agrega al aspecto positivo de que el régimen habilita exenciones al Impuesto al Patrimonio, tasas y tributos de importación e Impuesto al Valor Agregado.
Debe tenerse presente que contrariamente a lo que suele ocurrir en períodos de crisis, la coyuntura económica favorable del país es un factor que alienta las inversiones, lo que es particularmente importante en el caso de las pequeñas empresas, que suelen vivir al día y que cuando existen mercados promisorios tienen la posibilidad de arriesgar una ampliación o modernización de sus emprendimientos, con la expectativa de un retorno más o menos inmediato de la inversión.
En cuanto al escenario del sector, durante la reciente celebración del Día Mundial de las PYME, en que tuvo lugar un foro en la Torre Ejecutiva que contó con la participación de los ministros de Economía y Finanzas y de Industria, Energía y Minería, se dio a conocer la actualización de la Encuesta Nacional Pymes 2013.
Es así que se informó que en nuestro país hay actualmente 137.000 Pequeñas y Medianas Empresas (PYME), de las cuales el 84 por ciento son micro, con un máximo de cuatro empleados, 13,5 por ciento pequeñas (5 a 19 trabajadores) y apenas 2,8 por ciento medianas, 20 a 99 empleados, en tanto el 53 por ciento está vinculado al sector servicios y solo el 6 por ciento exporta parte de sus productos al exterior.
Una de las debilidades del sector lo constituyen las dificultades en compra de insumos en grandes volúmenes y aprovechamiento de infraestructura para abaratar costos, y sobre todo, en el caso de la exportación, el coordinar producciones y llegar a volúmenes para ingresar a nichos de mercado donde además se necesita uniformizar calidad y la oferta del producto.
El experto del Instituto de Economía (Iecon) de la Universidad de la República, Adrián Rodríguez, al referirse a esta problemática, subrayó que la asociación y/o cooperación entre las PYME no es una práctica difundida, y precisó que entre las microempresas apenas el 13 por ciento ha desarrollado esta experiencia. Explicó que esto tiene mucho que ver con la “heterogeneidad” que existe en el sector y consideró que “hay que tomar los insumos que están arrojando estos datos para instrumentar políticas focalizadas”, apuntando a la formalización de las microempresas.
Notoriamente, entre los desafíos más importantes figura el insertar a las PYME en cadenas de valor nacionales o exportadoras que puedan generar una capacidad para producir una demanda propia, ajena a la localidad, de forma de proyectarse y crecer más allá de las posibilidades que genera el entorno.
Por supuesto, tampoco se llegaría al ideal ni los problemas se terminan, desde que los condicionamientos, las restricciones, las carencias en el soporte en una infinidad de áreas para las pequeñas empresas subsisten.
Pero es un proceso que requiere gradualidad, y lo positivo es que aunque más lento de lo deseable se ensayen respuestas.
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