Paysandú, Martes 27 de Agosto de 2013
Opinion | 21 Ago Ocurrió no hace mucho, en el día uno de su gobierno, el 1º de marzo de 2010. Fue entonces cuando el presidente José Mujica dijo aquello de: “educación, educación, educación. Y otra vez, educación”. Fue cuando además agregó: “Los gobernantes deberíamos ser obligados todas las mañanas a llenar planas, como en la escuela, escribiendo 100 veces: ‘Debo ocuparme de la educación’”.
Con certeza entonces reconoció que “allí se anticipa el rostro de la sociedad que vendrá. De la educación dependen buena parte de las potencialidades productivas de un país, pero también depende la futura aptitud de nuestra gente para la convivencia cotidiana”.
Casi tres años y medio después, la realidad desnuda que más allá de las palabras y seguramente de las sanas intenciones, no solamente no se ha avanzado en educación sino que el país ha retrocedido de manera alarmante.
Según una investigación realizada por Graduate XXI, que profundiza sobre las tasas de finalización de Secundaria en América Latina, dividiendo a los estudiantes de acuerdo a niveles de desarrollo económico, nuestro país se encuentra al fondo de la tabla en los cinco quintiles, desde los más pobres a los más ricos.
Miramos con envidia a Chile, Perú, Argentina, Bolivia y Brasil con porcentajes muy superiores a los de nuestro país, tanto entre ricos como entre pobres y clase media.
Concretamente, en Uruguay el 20,8% de los estudiantes secundarios de hogares más pobres finalizan el ciclo. En el segundo quintil el 27,4%; en el tercero el 30,9%; en el cuarto el 40,8%; y entre los más ricos apenas el 60,2%.
Graduate XXI es una organización apoyada por el BID, integrada por diferentes actores de la educación y otros ámbitos, comprometidos con reducir la deserción escolar en América Latina; y en Uruguay es demasiado alta. Precisamente cuanto tanto se prometió no solamente no hubo avances, sí claros y dolorosos retrocesos.
Especialmente porque estamos ni más ni menos que una generación perdida. Sin educación no hay oportunidad en el mundo contemporáneo. Ya lo dijo el presidente Mujica, pero no ha podido, no ha tenido la capacidad, o no lo dejaron pasar del dicho al hecho. Obviamente, la mayor responsabilidad recae en el gobierno, pero tampoco hay que restarle responsabilidad a la clase política en general.
Además, y sin dudas, los sindicatos docentes también son responsables. Hoy mantienen jaqueado al gobierno con demandas que no pueden contemplarse, con miles de alumnos que deberían haber ya perdido el año por la cantidad de clases perdidas por paros, mientras ellos miran no solamente sus intereses sino que crean una realidad que no existe.
Tristemente, es fácil determinar responsables. Pero nuestros jóvenes siguen sin educarse. Y eso, eso no tiene remedio.
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