Opinion | 28 Ago La Intendencia de Paysandú ha dado inicio al proceso de selección y elección de proyectos a ser incluidos en el Presupuesto Participativo 2013 (PP), que será ejecutado el año que viene, comenzando por el área urbana, para posteriormente continuar en el interior del departamento.
En las ocho áreas urbanas (que incluyen a Casa Blanca), grupos de vecinos o instituciones pueden presentar proyectos en diferentes áreas, tales como obra departamental, discapacidad, inclusión social, educación, salud y juveniles.
En los últimos años esta herramienta de democracia directa, que comenzó en 1989 en Porto Alegre, en medio de un contexto de enormes desigualdades y con un presupuesto acotado, se ha ido afianzando. La participación ciudadana que representa, y al mismo tiempo la gestión municipal a la que se la vincula, potenciándola con obras paralelas o dándole nuevos significados con aportes hasta entonces no considerados por las autoridades, son ciertamente sus fortalezas. Por otro lado, la falta de proyectos que apunten a mediano plazo, en lugar de solamente atender reclamos urgentes para paliar un programa de desarrollo circunstancial, constituyen sus más claras debilidades.
En el caso de Paysandú, se aprecia que el impacto del PP es relativo, en la medida que en su mayoría, los proyectos finalmente aprobados, apuntan a conquistas que no dejan huella. Sí responden a las necesidades del momento (contratando, por ejemplo, profesionales de diferente tipo). Pero hay muy escasos ejemplos de PP que aporten a cambios definitivos.
Por otro lado, las categorías elegidas dejan puntualmente de lado todo emprendimiento cultural, cuando precisamente debería ser uno de los rubros de mayor trascendencia, en la medida que es precisamente en su propia cultura donde la comunidad sanducera puede aportar. Por el contrario, parece fuera de contexto la categoría obra departamental, pues esta debería mantenerse en manos de las autoridades departamentales, si bien bueno es que escuchen los reclamos de la población.
El PP es una herramienta que con el tiempo se ha ido puliendo y mejorando. Claramente muchas instituciones han encontrado en el programa una forma de acceder a recursos con los cuales alcanzar objetivos y metas.
No obstante, el dinero que año a año se invierte debería serlo con el objetivo de mejorar no solamente el micro espacio de una institución en particular, sino aportando al bienestar común. En general los rubros contemplados responden hoy por hoy a jurisdicción nacional (caso de salud, inclusión social y educación), y no específicamente a cuestiones de esta sociedad sanducera. No es, por tanto, tan participativo.