Paysandú, Domingo 01 de Septiembre de 2013
Opinion | 28 Ago En momentos en que ha cobrado cuerpo, por lo menos en nuestro gobierno, la posibilidad de avanzar “a dos velocidades” en la relación de un acuerdo de intercambio comercial entre el Mercosur y la Unión Europea, con Brasil y Uruguay “cortados” solos para hacerlo más rápidamente, por su lado el vicepresidente de la República, Cr. Danilo Astori, ha expresado que el Mercosur debería encarar decididamente la firma de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, pero aclarando que “las oportunidades hay que construirlas”.
En el marco de un ciclo en la Universidad de la República, sobre el tema “Inserción de Uruguay en el mundo”, el exministro de Economía y Finanzas reconoció que en el Mercosur hay problemas, muchas dificultades y que se necesita encarar enfoques y políticas públicas, a la vez de defender que cada país pueda tener multiplicidad de membresías. A su juicio esto abre a países como Uruguay la posibilidad de disminuir riesgos y aumentar su potencial.
Pero cuando se llega a lo que debería hacerse en el Mercosur, debe tenerse presente que estamos ante un bloque absolutamente desvirtuado y sobre todo distorsionado, donde la norma es letra muerta, es decir que puede hacerse cualquier cosa sin ajustarse a los estatutos y el ordenamiento institucional, como quedó de manifiesto cuando los presidentes de Uruguay, Argentina y Brasil decidieron por su cuenta barrer puntualmente con lo establecido en los estatutos del acuerdo regional y suspender a Paraguay con la excusa que fuera, para que de esta forma pudiera ingresar Venezuela, dado que el parlamento de la nación guaraní se ha opuesto sistemáticamente a que ingresara el país caribeño.
Con estos antecedentes tan inmediatos desde el punto de vista político, ya está sobradamente en tela de juicio la propia legalidad en el bloque, por lo que se ingresa en una inseguridad jurídica que no puede dejar a nadie tranquilo, donde los países poderosos, es decir Argentina y Brasil, pueden en cualquier momento hacer primar por la fuerza sus propios intereses, debido a su tamaño.
Pero también sufrimos las prácticas proteccionistas a ultranza de Argentina, que traba los ingresos del exterior sin hacer excepciones con los países del Mercosur, y que hacen que cualquier acuerdo que se ensaye, ya sea con la Unión Europea o el TLC con Estados Unidos que menciona Astori, siempre estará en un tembladeral y condicionado a que Buenos Aires respete o no lo pactado, como lo ha hecho hasta ahora.
La idea de Astori coincide en buena medida con los objetivos que llevaron a la creación del Mercosur --aunque con Uruguay sumándose a último momento como furgón de cola--, en el sentido de que el bloque pueda actuar como una plataforma de lanzamiento con un regionalismo abierto, promoviendo la negociación bloque a bloque para la expansión del comercio y no solo hacerlo entre los socios del Mercosur, que en muchos rubros son competencia entre sí en cuanto a la producción exportable, y a la vez promoviendo asociaciones estratégicas con la complementación de producciones y la integración, que son también grandes aspectos en el debe.
Pero los intereses tampoco son comunes en cuanto al comercio, porque mientras Uruguay, por su pequeñez, necesita abrirse al mundo y “comerciar con todo el que se descuide”, como sentenciara el presidente José Mujica, por otro lado Argentina ha cerrado su economía por necesidades internas y política económica sustentada en subsidios, en tanto Brasil siempre ha actuado en función de su conveniencia.
Ahora, ya sea en los acuerdos a dos velocidades con la UE, con nuestro país transitando la senda de alta velocidad con Brasil, o la posibilidad de suscribir un acuerdo de libre comercio con EE.UU., se presentarían grandes oportunidades, siempre y cuando estuviésemos ante un bloque donde se respete el orden jurídico y no se actúe como un club de amigos, por afinidades ideológicas, por lo que es impensable en las actuales circunstancias posar de serios o de confiables cuando Argentina y Brasil hacen y deshacen a voluntad.
Y al fin de cuentas el mensaje que reciben terceros países o bloques es que tienen que “arreglar” condiciones con los que realmente deciden, y no vemos por ahora en Argentina decisión política y menos aún condiciones para participar en un acuerdo conjunto para ampliar el intercambio comercial, cuando por razones de política interna y las graves falencias de su política económica, solo quiere vender y cerrarse a las importaciones, en dirección contraria a la que va el mundo y sobre todo los grandes bloques comerciales.
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