Paysandú, Lunes 02 de Septiembre de 2013
Opinion | 02 Sep Los animales sueltos en la calle –no solamente perros-- continúan generando perjuicios en la población, en tanto no exista responsabilidad y conciencia por los tenedores de cualquier especie. Y es interesante destacar que las diversas especies van desde caballos hasta vacas en zonas relativamente céntricas de la ciudad, lo que no solamente desnuda la desidia y el desinterés, sino además el poco respeto a las mínimas normas de convivencia.
Si hablamos de animales utilizados para trabajar, sus tenedores le harán flaco favor a ese argumento porque a una herramienta se le proporcionan los mínimos cuidados para que sirva como tal y no valdrá la excusa de la “cuerda rota” para aclarar que por esa razón, un equino se escapó y tomó hacia las avenidas, donde el tránsito es intenso.
Incluso los perros han sido involuntarios protagonistas de siniestros de tránsito, tomando en cuenta que el instinto rige sus pasos que los llevarán a cruzar las calles, asustarse por una bocina o romper bolsas de la basura. Ese comportamiento no es animal, sino humano porque su tenedor permitirá que salga a la calle bajo cualquier circunstancia.
En Montevideo, la división Salud de la comuna capitalina promoverá en la Junta Departamental un plan para realizar castraciones obligatorias, porque evalúan que los animales sueltos han generado un problema de salubridad pública.
En este último punto se debe hacer hincapié en la contaminación que generan las heces caninas y que quedan en plazas u otros sitios de esparcimiento, donde –sin dudas-- asisten niños. Y las razones por las cuales “quedan” es porque sus tenedores no las levantan de la vía pública.
Estos conceptos que parecen de una obviedad notoria son hechos que ocurren día a día en Paysandú y que continuarán ocurriendo, en tanto no se genere una responsabilidad al adoptar un animal de cualquier característica. Las ONG hacen lo que pueden y –sinceramente-- ya no dan abasto. El aporte solidario cubre algo de esas demandas, pero además de solidaridad, hace falta conciencia. De lo contrario, seguiremos recorriendo un círculo vicioso que no aportará a la solución de fondo.
Por eso alcanza con caminar por la ciudad para confirmar la antigua frase de Diógenes, el Cínico: “Cuanto más conozco al hombre, más amo a mi perro”.
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