Paysandú, Jueves 05 de Septiembre de 2013
Opinion | 01 Sep El carácter endémico de la hidatidosis en Uruguay es un estigma que lamentablemente revela serio déficit en educación y concientización de amplios sectores de la población, desde que estamos ante una enfermedad prevenible y porque además las vías de profilaxis las conocemos la enorme mayoría de los uruguayos desde la escuela.
Pero nuestra idiosincrasia hace que pasen los años y las décadas y sigamos teniendo un nivel de infección de canes que no ha podido ser abatido significativamente, y haya miles de personas, sobre todo en las áreas rurales, bajo una amenaza real de contraer la hidatidosis.
El presidente de la Comisión Nacional de Zoonosis, Dr. Ciro Ferreira, al evaluar el escenario del Uruguay en esta materia, señaló a El País que la población de perros en el país llega a 1.200.000, y de los que viven en el Interior, unos 300.000 se encuentran en zonas donde se alimenta con achuras crudas de animales faenados, tal vez la mayoría de ellos infectados con el parásito causante de la patología.
Las acciones preventivas lógicamente se han orientado a controlar el vector, es decir el perro, por cuanto esta es la única vía por la que el parásito puede llegar al ser humano, y de esta forma, las alternativas son reducir la población de canes sueltos, sobre todo los que pueden tener contacto con achuras crudas, y la toma de conciencia para la dosificación periódica de los animales, lo que asegura la descontaminación del parásito por otros 45 días.
Y en reducir la población canina, a falta de la tenencia responsable del perro --demasiado frecuente en el Uruguay--, se ha trabajado como nunca antes en nuestro medio, desde que en los últimos cinco a siete años se ha castrado a unos 150.000 canes, lo que ha significado, de acuerdo a las proyecciones, que en el país haya un millón y medio de perros menos que si no se hubiera actuado en este sentido.
Ciro Ferreira subrayó que el plan de acción preventivo encarado durante su gestión comprende la educación de los tenedores de perros, la castración y la dosificación con pastillas de amplio espectro para desparasitar a los animales, que también actúa como control de otras enfermedades transmisibles, lo que se financia con el cobro de la patente de perros.
A estas acciones sobre el vector se ha agregado últimamente el trabajo de equipos de la comisión en áreas rurales para la detección precoz de casos de hidatidosis, a través de ecografías, con apoyo de las comisiones departamentales, de forma de actuar lo antes posible sobre esta enfermedad, antes de que se expanda a zonas del organismo en las que resulta más agresiva.
El presidente de la Comisión Nacional de Zoonosis subrayó que mediante esta tarea de campo se han detectado de siete a 10.000 casos de hidatidosis en zonas de riesgo, que son fundamentalmente las áreas rurales donde se cría ganado ovino, y a la vez unas 200 personas son intervenidas quirúrgicamente al año por complicaciones del quiste hidático.
El punto es que las ecografías permiten actuar en una etapa en la que es decisiva la detección de la enfermedad, cuando no da síntomas, y a la vez es cuando resulta tratable para evitar que ingrese en un estadio de mayor gravedad. Lo explica el doctor Ferreira al señalar que “es muchísima la gente que padece el mal y no lo sabe, se puede morir sin haber tenido síntomas, porque el período de incubación es muy largo, puede durar años”.
En lo que refiere a la población perruna, el jerarca manifestó que “la castración es hoy el único medio válido en el mundo”, y destacó que “incluso hay países donde se captura a los perros y se los devuelve a la calle. Nosotros compartimos esa idea y tenemos una experiencia piloto con el microchipeado de los perros que castramos, con la finalidad de saber cómo evolucionan”.
Estos elementos expuestos por el profesional revelan la decisión de transitar caminos paralelos a la educación y la concientización, que son fundamentales para combatir la hidatidosis, por cuanto se podrá llegar gradualmente a reducir los factores de riesgo que hoy condicionan severamente este combate, como es el caso del perro callejero y el bajo compromiso con la dosificación en la periferia de las ciudades y áreas rurales.
Es de esperar que estas acciones permitan cambiar la pisada en un tiempo razonable, y que de a poco podamos ir dejando de lado el estigma de una enfermedad endémica que podríamos erradicar en poco tiempo, solo con un aporte mínimo de responsabilidad y compromiso en la tenencia del perro.
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