Paysandú, Sábado 07 de Septiembre de 2013
Opinion | 07 Sep En declaraciones periodísticas al estilo de reflexiones de boliche, en tono de sinceramiento que frecuentemente suele formular el presidente José Mujica, cuando dice lo que piensa aparentemente despojado de su investidura de presidente, y que fuera publicada por el semanario Voces, el mandatario dirigió buena parte de sus andanadas a la situación de la Intendencia de Montevideo. Mujica reconoció que el problema más serio que tiene la comuna capitalina parte de la resistencia de sus propios trabajadores, que ganan mucho, trabajan poco y siempre exigen más, para traducir en pocas palabras lo que sostiene el jefe de estado.
“El problema que tiene el Frente, paradojalmente, lo tiene con su baluarte principal. Yo pienso que teóricamente tiene que agrandar mucho la escoba, que lo ideal es que vaya con todos los candidatos que pueda; que vaya con tres”, consideró.
Más adelante Mujica opinó que la Intendencia está “perdiendo el partido” por no haber sabido ser patrón cuando hay que ser patrón. “Se dejó montar por Adeom más de una vez. Eso viene del pasado y la tuvo servida en bandeja”, opinó.
Naturalmente, las palabras de Mujica causaron gran revuelo en el seno del Frente Amplio, sobre todo en el gobernante Partido Comunista, al que pertenece la intendenta Ana Olivera, que a su vez ha heredado una situación difícil y viejos vicios, con enfermedades crónicas que provienen desde la primera administración frenteamplista.
Precisamente el primer intendente de la izquierda en Montevideo fue el expresidente Tabaré Vázquez, quien inmediatamente después de llegado al gobierno capitalino decidió otorgar un aumento general de salarios para los funcionarios municipales, al barrer, y a la vez les rebajó las horas de trabajo, una combinación ideal pero pensada solo desde un punto de vista, el de quedar bien ante los municipales.
Pero peor aún lo que hizo fue entrar el caballo de Troya a la Intendencia montevideana, pues también aumentó el número de funcionarios y de esta forma infló el presupuesto inicial, además de contar con menos capacidad de trabajo, unida a la tradicional ineficiencia del funcionario municipal.
Ergo, el tiro le salió por la culata, sobre todo al contribuyente, al que se le aplicó más impuestos para pagar la masa salarial, a la vez de contar con menos recursos para obras.
Por si fuera poco, durante la administración del también frenteamplista exintendente Mariano Arana también el jerarca quiso congraciarse con Adeom y firmó un convenio salarial que lo ató definitivamente a las pretensiones del gremio, y fue así que durante la crisis de 2002, con los ingresos mermados, igualmente debió pagar incrementos salariales imposibles de afrontar, y cuando no lo hizo, perdió un juicio multimillonario que se terminó pagando durante la administración de Ricardo Ehlirch, engrosando la deuda municipal, ya millonaria en dólares.
Es decir que las posturas y decisiones demagógicas a las que refiere Mujica, solo traen más problemas que los que se quieren solucionar para quedar bien, y se ha dejado una bomba de tiempo que repercute en las siguientes administraciones, como el de la actual intendente, que se las ve negras en su gestión. Son lecciones que parece que aún no aprendieron los montevideanos, pero que sirven de ejemplo para que las comunas de Interior, mucho más frágiles y menos “importantes” para el gobierno nacional que Montevideo, sepan lo que puede suceder si se juegan a tirar la pelota para adelante y jugarse a que lo único que importa es el presente.
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