Paysandú, Lunes 09 de Septiembre de 2013
Opinion | 04 Sep El “consumismo” como una enfermedad crónica de nuestra sociedad y sobre todo causa de males mayores, es uno de los temas que desvela al presidente José Mujica, como lo ha manifestado en más de una oportunidad.
Recientemente se ocupó nuevamente del tópico en su audición en las emisores del Sodre, con reflexiones desde el punto de vista filosófico, que seguramente son compartibles en gran medida, desde que como es notorio, el consumismo va directamente relacionado con el poder adquisitivo, y quienes quedan al margen se sienten postergados en el acceso a determinados bienes que han pasado a ser de uso muy difundido.
Para el mandatario, este es un aspecto que afecta a los sectores de menores ingresos, “al no poder asistir a la feria de autoconsumo” y consecuentemente “caen en un autodesprecio y en una conciencia de exclusión”.
Asimismo enfatizó que en esta etapa del capitalismo asistimos a que “todo se ha hecho mercado, desde el nacimiento, la muerte, la nostalgia, el día del niño, del abuelo, el día dela secretaria, porque “todo tiende a convertirse en servicios de consumo”.
“Al grueso de la gente le cuesta mucho poder distinguir lo que son consumos verdaderamente centrales de lo que son expectativas falsas, de lo que son las enormes fuerzas sociales que actúan sobre nosotros y nos hacen perpetuar las sensaciones de injusticia”, en tanto “hay una tácita admiración en los hechos para muchísima gente del opíparo consumo de los sectores más privilegiados, y esto trabaja en la conciencia”, sostuvo.
Y no le falta razón, notoriamente, desde que detrás de estas “celebraciones” o recordaciones está el interés comercial, y quien más quien menos se siente en la necesidad de ingresar en este consumo masivo para no quedar rezagado en el relacionamiento social y a la vez cumplir con seres queridos, con amigos o con quienes se sienta obligado.
Pero debe tenerse presente que lo que para el mandatario son gastos superfluos --no está lejos de la realidad-- son a la vez ingresos para las empresas, con lo que a la vez se paga a los empleados y se cumple, no sin poco esfuerzo, con impuestos y cargas sociales que aplica el Estado para a la vez hacerse de recursos y cumplir con sus políticas sociales, entre otros aspectos.
No estamos por lo tanto ante valores absolutos, porque nada es del todo bueno ni del todo malo, al fin de cuentas, y tampoco es bueno cultivar el pobrismo como un fin en sí mismo, sino que la idea debería ser el ir a más, que es lo que ha hecho avanzar a la humanidad, en lugar de la resignación y el lamentarse.
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