Paysandú, Viernes 13 de Septiembre de 2013

Magnífica oportunidad para una auténtica integración

Opinion | 08 Sep Aunque aún nada se ha dicho oficialmente, hemos constatado que se han realizado ya los primeros contactos y explorado algunos aspectos con miras a concretar la posibilidad de que Paysandú logre un lugar en el desarrollo del Campeonato Mundial de futbol de 2030 que, según se asegura, será organizado por Uruguay y Argentina en celebración del centenario del primer evento de esa naturaleza cumplido en nuestro país, más concretamente en Montevideo.
Como lo hemos establecido varios meses atrás, la participación de Paysandú en la organización del Mundial 2030 es una posibilidad que debe ser considerada en profundidad y actuar en consecuencia, en virtud de los enormes beneficios que pueden lograrse para la región. Al respecto está muy claro que no se trata de “golpearnos el pecho” y decir “vamos a hacerlo” sino que se requiere un profundo análisis y una muy seria planificación técnica.
En relación a esto que afirmamos, resultan de sumo interés algunos conceptos que se vierten en una nota sobre el tema publicada en “Búsqueda”, fechada en Río de Janeiro y firmada por Gerardo Lissardy, corresponsal para América Latina.
“Cuando Uruguay organizó el primer Mundial de Fútbol de la historia en 1930, ofreció pagar los gastos de las selecciones participantes, construyó el Estadio Centenario en apenas nueve meses con mano de obra inmigrante y… salió campeón”, afirma el periodista.
Expresa en otro tramo: “Sin embargo, la ola de problemas que atraviesa en estos días Brasil para recibir el año que viene la mayor fiesta del balompié, con un amplio malestar popular por los altos costos que le ocasionó a la sexta economía del planeta, levanta una pregunta: ¿Vale la pena?”
“Vale la pena si la oportunidad es bien aprovechada. Los costos son altos, pero una parte es una anticipación de inversiones: todo aquello que se invierta en infraestructura será beneficioso para quien vive en el país (y) si en nombre de la Copa esa inversión se hace mejor”, explica José Roberto Bernasconi, coordinador de asuntos del Mundial 2014 en el sindicato brasileño de arquitectos e ingenieros, Sinaenco. “Si no fuera bien planificado, pierdes la oportunidad y puede costarte más caro de lo necesario. Y si demoras en comenzar, tendrás que hacer las cosas corriendo y también encarece el proceso” agrega en diálogo con Búsqueda.
“Brasil quería hacer todo para la Copa sin planeamiento, entonces todas las matrices de responsabilidad (las áreas prioritarias de infraestructura y quien está a cargo de ellas) de las ciudades sede fueron exageradas”, señala Christopher Gaffney, profesor de la escuela de arquitectura y urbanismo de la Universidad Federal Fluminense. “Es preciso tener una planificación y 2030 es un plazo óptimo para que Uruguay y Argentina puedan hacer para recibir la Copa”.
“Pedro Trengrouse, experto en gestión, marketing y derecho en el deporte para la Fundación Getulio Vargas (FGV) sostiene que “la Copa del Mundo puede ser un catalizador de iniciativas de interés del país siempre que el país tenga inteligencia, osadía y creatividad para construir y no simplemente restringirse a la agenda de la FIFA”.
Como ejemplo señaló a Alemania, que en paralelo al Mundial 2006 llevó a cabo una serie de eventos artísticos y culturales de gran nivel en las doce ciudades sede, financiado por el gobierno. “Ese programa inédito hasta entonces fue un éxito rotundo, con cerca de tres millones y medio de visitantes. La Agencia federal de empleo alemana calculó que el Mundial permitió generar 50.000 empleos en el país, 20.000 a largo plazo”.
De lo expuesto sintéticamente surge claramente que la participación en la organización del Mundial 2030 puede resultar muy beneficiosa para Paysandú si se hacen las cosas bien.
Y en esa línea de pensamiento, ya que los organizadores serán Uruguay y Argentina, corresponde preguntarse si no será una buena idea que esta subsede sea compartida por Paysandú y Colón.
Veamos a grandes rasgos las posibilidades y veremos que ambas ciudades, y regiones, pueden complementarse perfectamente. Necesitamos un solo estadio, sí, pero si el “Artigas” actual es llevado a una capacidad de cuarenta mil espectadores o se construye otro en las cercanías, Colón estará siempre a una veintena de kilómetros y por ende a esa distancia estarán todos los alojamientos destinados tanto a las delegaciones deportivas como a los seguradores de las diferentes selecciones que deban actuar en esta subsede.
Resulta largo de enumerar en este espacio todas las posibilidades concretas que se pueden avizorar pero, pensando que quizás dentro de 17 años el puente “Gral. Artigas” cumplirá el cometido para el que fue construido, es decir que será sólo una forma de cruzar el río en minutos, pensamos que debemos hacernos una pregunta obvia.
¿No será de mucho interés y beneficio para ambas ciudades que sanduceros y colonenses procuremos participar en conjunto de la organización del Mundial 2030?
Pensemos si no es conveniente que se forme ahora mismo un comité binacional que, al estilo de aquel que procuraba la construcción del puente, planifique en conjunto las actuaciones políticas, logísticas y de toda índole para impulsar esa iniciativa.
Sería una prueba clara y concreta de integración basada en la hermandad que viene desde el fondo de nuestra historia.


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