Paysandú, Sábado 14 de Septiembre de 2013
Rurales | 08 Sep Es un trabajo silencioso y, asimilándolo al fútbol, se puede denominar de “puertas cerradas”. Es como la pretemporada en donde se ponen a punto los físicos para iniciar el torneo. Lo mismo sucede en las cabañas que se aprontan para la Expo Prado. Detrás de los animales que desde mañana salen a pista, hay un equipo de trabajo que se muestra activo durante todo el año.
Es lo que sucede en “Ñu Porá”, en donde todos tienen su trabajo. Desde Alejandra y Carlos Parietti al momento de decidir cuáles son los animales que será preparados, pasando por las veterinarias Ana Burjel Parietti y María Parietti Irulegui en el control diario de los animales, Rafael Burutarán en la preparación final de los reproductores, y el propio Ariel Laborda en la tarea diaria de alimentar y ejercitar los animales. Los animales que se llevan a exposiciones tienen entre año y año y medio de preparación. Fueron esquilados para que estén prontos al momento de competir, pero es fundamental el trabajo de los cabañeros al cuidarles el pelo, bañarlos y que entiendan lo que es esto.
En el campo del establecimiento sanducero, cuyo nombre en guaraní significa “campo lindo”, hace un mes se habían esquilado las cabezas y los pescuezos de los animales para que estén con una altura de pelo adecuada, en tanto hace pocos días atrás se terminó el cuerpo, para resaltar aquellos cortes más valiosos en los animales de carne.
“En las hembras es importante que tengan un buen frente, que sean suaves y delicadas y de lindas cabezas, esto en la morfología del animal”, dijo Burutarán a EL TELEGRAFO. En los ejemplares de carne acotó que es importante “toda la parte trasera del animal, el ancho de lomo, que tenga una buena costilla y buena capacidad torácica que les permita una buena angulación de forraje en los animales de campo”.
Respecto a los inicios, indicó que los terneros a partir de los tres o cuatro meses “comienzan a comer con su madre. Ahí se les hace un amanse, lo que se dice una potreada”. A los seis meses se hace una selección más rigurosa y “se sacan aquellos terneros que tienen más posibilidades de llegar bien a una exposición. De ahí en más comienza el trabajo del cabañero que empieza a utilizar una sopleteadora de aire, usando mucho el secador y el peinado para poder aflojar esos pelos y que queden en buena forma para empezar a trabajarlo en el futuro”.
Otro aspecto importante es la alimentación. Para el cabañero salteño “debe ser balanceada y muy cuidada y que no les falte nada, porque debemos lograr que tenga su mayor expresión por medio de lo que come”. Esto consiste en raciones y después fibra, que puede ser alfalfa o fardos de diferentes calidades.
En el caso de los animales de este establecimiento, están al aire libre, en piquetes, “al comprobarse que cuanto más estén al aire libre mejor son las ganancias y mejor es la preparación de esos animales”, aclaró Burutarán. Ya en los galpones del Prado, “se debe cuidar el agua y la comida, porque se debe tener en cuenta que le cambiamos el ambiente totalmente, y algunos animales extrañan más y otros menos”, dijo.
Al llegar al predio de la Rural se le realizan algunos baños, y el día anterior a ingresar a la pista de calificación, “se le hace un retoque a la esquila y en la mañana o tarde de la presentación, se los arregla con productos y aerosoles que son para fijar el pelo y armarles la cola”.
Para el preparador de toros, el estrés del animal en los galpones del Prado “es muy grande en los primeros días”. Sostuvo que son animales que “se preparan y viven de una forma, y de un día para otro hacen muchos kilómetros arriba de un vehículo, y cuando los vemos echados en los galpones de la Rural, es por cansancio y el estrés que adquieren”. Ya en la pista, el animal debe estar muy bien preparado. Ahí debe destacar el buen desplazamiento, pararlo correctamente con los posteriores y delanteros bien prolijos y en línea, además de que esté bien vivaz y muestre su expresión.
“Ñu Porá” participará en esta Expo Prado con dos toros Junior (de año y medio), además de dos hembras de la misma edad, una vaquillona mayor que en setiembre hará los dos años, y una vaquillona que va directamente al remate de las Madres Superiores que realiza la Sociedad de Criadores de Hereford del Uruguay en el Prado.
SANIDAD
El trabajo sanitario con los toros de cabaña “no es muy distinto al que realizamos en el rodeo general”, explicó a EL TELEGRAFO la doctora Ana Burjel Parietti, quien trabaja en esta actividad de la reconocida cabaña Hereford, con su prima María. “Se busca que estén libres de enfermedades infecciosas y parasitarias como brucelosis y tuberculosis”, y para eso el control es permanente, indicó.
En el caso de los toros que saldrán a venderse en el remate del jueves 3 de octubre en la cabaña, “se les hacen dos revisaciones reproductivas generales, sacando los animales aptos, efectuándose una en marzo y la otra a fines de agosto, en donde también se trabaja en torno a la habilidad de monta, entre otros aspectos”. Manifestó que en general, los toros que serán vendidos ese día por las firmas Escritorio Dutra e Indarte y Cía. “están muy bien en su estado y con un muy buen peso”.
CABAÑERO
“El clima no nos ayudó mucho, porque los animales sufrieron mucho el frío y el calor”, manifestó Ariel Laborda, cabañero con una vasta experiencia en exposiciones, en establecimientos como “El Timbó” de Liuzzi y “Los Molles”, y que hoy desarrolla su actividad en “Ñu Porá”. Su tarea diaria comienza a las 6, cuando los lleva a comer. Mientras los animales se alimentan “realizo algunas tareas acá, y después los llevo a caminar 1.000 metros diarios en la ruta, llueva o truene”, aclaró. Al retorno de la “caminata”, Laborda los embozala, los sopletea y los larga de vuelta, haciendo lo mismo a la tarde.
El cabañero no deja de asombrarse por los cambios verificados desde que, siendo niño, concurría a las Expo Prado. “Antes llevar un ternero de 500 kilos era una barbaridad” y ahora presentar “un toro de 2 años con 1.000 kilos es lo más normal”. Actualmente los días son distintos para Laborda y todo el equipo de la cabaña. “En lo personal arranco a las 4 de la mañana, porque las camas hay que cambiarlas antes de las 6 horas, además de darles de comer y bañarlos para mantener el cuidado”, dijo.
Es que desde este lunes, cuando los animales comiencen a ingresar a pista en la Rural del Prado, se verá el fruto de un trabajo que no tiene descanso, pero que significa el trabajo de mucha gente, que apuesta a mejorar la genética nacional.
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