Paysandú, Domingo 15 de Septiembre de 2013
Opinion | 14 Sep “A partir del lunes, como parte de las medidas especiales contra la guerra económica, la guerra eléctrica que ha desatado la burguesía amarilla, la derecha fascista contra el país, hemos activado un centro de información para que en tiempo real ustedes nos hagan llegar perlitas”, afirmó por cadena nacional el presidente venezolano Nicolás Maduro, a la vez de anunciar la creación de un órgano superior para controlar la economía.
El mandatario caribeño, seguidor de las orientaciones del desaparecido ex presidente Hugo Chávez, también tiene sus dotes histriónicas, pero sin dudas que ha exagerado el síndrome de persecución y de victimización, pretendiendo hacer creer que su país es fruto de un complot organizado interno y externo, conformado por los explotadores, la derecha burguesa, los imperialistas y los traidores, y que es por culpa de ellos que el país está como está.
Así, “explicó” que el órgano superior tendrá como cometido “garantizar el abastecimiento y el funcionamiento de toda la economía y dirigir la guerra económica entre el gobierno y el pueblo, para garantizarle la vida a la gente. El gran reto va a ser neutralizar todos los factores que sabotean la vida económica del pueblo. Tenemos las leyes, tenemos con qué. Así que no nos limitemos”.
Ese órgano trabajará junto a “salas de batalla social, consejos comunales, comunas y movimientos sociales y tendrá un Estado Mayor. Esta instancia la voy a dirigir yo personalmente y le voy a colocar una oficina en el palacio de Miraflores, al lado de la oficina del presidente de la República. Ahí vamos a trabajar, directamente allí. Asumo la batalla económica contra los planes de la guerra fascista contra el pueblo, personalmente la asumo, frente al pueblo”, aseveró Maduro.
Evidentemente, las consecuencias de políticas voluntaristas, en un país inmensamente rico, que dispone de un mar de petróleo, son un desquicio monumental en la economía, donde los subsidios populistas se llevan gran parte de los recursos generados por las exportaciones de crudo, pero a la vez con un desajuste productivo impresionante, porque no hay infraestructura ni inversiones y un área a la que se han volcado miles de millones de dólares ha sido la de Defensa, para dotar de moderno armamento a las Fuerzas Armadas.
Ante tamaño zafarrancho, el jefe de Estado venezolano --que según dijo fundó sus decisiones de gobierno en lo que le aconsejaba el “pajarico” en que había vuelto para susurrarle cosas al oído el ex mandatario Hugo Chávez-- ahora agita los fantasmas de la conspiración de que es víctima y convoca a su pueblo a denunciar cualquier cosa rara que se perciba y que pueda hacer pensar en que se está participando en el boicot contra el gobierno, como la “guerra eléctrica” por los cortes de electricidad, entre otras posibilidades desestabilizadoras.
Toda una gran cortina de humo y la búsqueda de excusas para explicar fracasos y, lo que es peor, confiando en que amplios sectores populares se dejarán engañar para estigmatizar a la oposición, y “seguir tirando” en el gobierno.
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