Paysandú, Martes 17 de Septiembre de 2013
Opinion | 16 Sep Que la violencia no se genera únicamente a través de un puño, es algo que los expertos reiteran en cada ocasión que son consultados. También se ejerce con las palabras, algunas de las cuales crean divisiones y tajos tan profundos como un arma blanca o un gancho directo al hígado.
Las audiciones del presidente José Mujica --retransmitidas en cadena nacional por otros medios de comunicación-- dan la pauta del alto discurso y aunque ya conocemos el perfil del disertante, no es menor la reacción que provoca en su audiencia. En realidad, para eso se hace el programa.
Si el presidente dice que existen funcionarios públicos a los que no se pudo “pescar ni una sola vez trabajando”, se predispone a un cuestionamiento certero de que alguien le está tomando el pelo al ciudadano que paga salarios a trabajadores que nadie controla.
Peor aún cuando reconoce que “sectores políticos empiezan a entender que sus integrantes son seres inamovibles y esto es más grave que en el batllismo. Se pueden ver camadas que entraron con fulano, mengano y están allí”. Hasta la desopilante nivelación hacia abajo que hace cuando dice que en Uruguay “no nos caracterizamos por matarnos en el laburo. Nadie se muere por exceso de trabajo”.
O cuando asegura que “no se trata de decirle no a la explotación y al progreso. Hay que decirle sí, pero hacer las cosas bien. Tendremos menos margen de ganancia, pero reservaremos los recursos y la naturaleza para el porvenir. Es idiota que, teniendo la riqueza, no intentemos multiplicarla”. Y, por el contrario, observamos la instalación de megaemprendimientos en zonas francas.
O cuando habla de Argentina y dice que “si bien la historia nos separó, nada ni nadie puede descuajar nuestra historia”, porque “nacimos en la misma placenta de los pueblos argentinos”. Incluso con Brasil, cuando apuntó a la “responsabilidad de iniciativa”, del gobierno de Rousseff.
Sin embargo, otro día dice que “no debemos engañarnos” porque el Mercosur quedó estancado y es solo una mala unión aduanera, no un mercado común que tiene problemas “paquidérmicos”.
O cuando en febrero de 2012, había U$S 140 millones excedentes y decía que “nos gustaría en todo lo posible priorizar la inversión ferroviaria y energética”, aunque “desde nuestro ángulo, para gastar no hay apuro”. Y pasaron un año y siete meses, sin apuro.
O al “pamento mediático” que, según Mujica, afectó a los acuerdos para el dragado del canal Martín García, en medios de comunicación donde “pululan verdades a medias, se le da crédito al Twitter y a cualquier bolazo”.
En fin, no queremos hacer como Manuela, que una vez interrumpió a ladrido batiente una audición en M24, en la que Mujica cortó su alocución, se alejó del telefóno y le respondió: “Ahora, no puedo, estoy grabando”.
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