Paysandú, Sábado 21 de Septiembre de 2013
Opinion | 15 Sep Desde su audición radial, el presidente José Mujica reiteró su postura crítica respecto al compromiso laboral de los funcionarios públicos, reafirmando conceptos en el sentido de que el empleo público constituye el sueño del ciudadano uruguayo promedio, porque se trabaja poco, se cumplen horarios cortos y a la vez se trata poco menos que de un empleo vitalicio, inamovible, haga lo que se haga --o no se haga-- y que por regla general no se requieren muchas luces para tener un salario más que interesante y la jubilación asegurada.
La visión del mandatario no dista de la del ciudadano común, porque casi todos tienen presentes situaciones que rompen los ojos en esta materia, y quien más quien menos seguramente ha vivido más de un anécdota de destrato, de incumplimiento y de muestras del trabajo light y sin mayores responsabilidades de quienes trabajan para el Estado, es decir para todos nosotros, los supuestos “patrones” de los servidores públicos. Por supuesto, no todos los trabajadores públicos encajan en este esquema, porque hay también un número importante de funcionarios que contra corriente demuestran absoluta responsabilidad en sus tareas, con gran despliegue de conocimientos, disposición hacia el trabajo y sobrada capacidad para llevarlo a cabo. Es gracias a ellos que se puede decir que las cosas funcionan no funcionan del todo mal, “a pesar de” los demás compañeros que no aportan tanto al sistema.
Pero volviendo al sesudo análisis presidencial, una cosa es decir en la tribuna cosas con la que todos podemos estar de acuerdo, sobre todo en estos temas de interés general, y otra muy distinta proceder en consecuencia, porque no se trata del hombre de la calle que ve las cosas y que nada más puede hacer que opinar al respecto, sino del presidente de la República, quien ha sido elegido por la ciudadanía para actuar y tratar de corregir estas anomalías.
Es decir que Mujica es quien tiene el poder de decisión, para llevar a los hechos lo que pregona con tanta contundencia desde los estrados y sus declaraciones de prensa. Pero la realidad ha demostrado que desde el punto de vista práctico, el jefe de Estado no hace lo que dice que debe hacerse, y por lo tanto las respuestas que la población reclama siguen postergándose.
Así, tenemos que el presidente volvió a criticar con dureza a los funcionarios públicos, en la misma semana en la que firmó varios decretos aprobando las reestructuras organizativas de ministerios que implican la presupuestación de 800 empleados, nada menos, teniendo en cuenta que la Presidencia difundió una serie de decretos de “reformulación de la estructura organizativa y nuevos puestos de trabajo” de la mayoría de los ministerios. Esto significa que nadie se va por incompetente, sino que se suman funcionarios.
Las reestructuras están siendo analizadas por la Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado (COFE), que si bien está a favor de la presupuestación --que estimó serán al menos 800-- teme que haya algunos “acomodillos” del gobierno --o sea, donde no participa el gremio--, según dijo a El País el secretario general de COFE, José Lorenzo López.
Estas reestructuras se dan en medio del conflicto entre COFE y el gobierno, que abarca reclamos de mejoras salariales y de condiciones de trabajo, en tanto el viernes el presidente Mujica, en la audición de FM 24, expresó que “los trabajadores privados están a leguas de tener la seguridad que tienen los públicos y sería bueno que lo reconociéramos, esto es una enorme ventaja que tienen. El pueblo uruguayo no es tonto, siempre ha perseguido el empleo público. No está mal. Todos queremos nuestra seguridad, nuestro refugio”.
El presidente también cuestionó el trato que reciben de sus compañeros los nuevos empleados públicos. “Cuando entra uno nuevo le dicen: ‘mira que no se trabaja’”, por lo que quien entra con bríos como en un empleo privado, enseguida es frenado para que no deje en evidencia a sus compañeros.
Pero no es fácil ir contra la corriente, menos cuando recién se ingresa y porque además quien se incorpora a los cuadros laborales del Estado percibe de inmediato que las responsabilidades se diluyen, que no hay quien exija, ni los mandos medios ni los superiores, y porque además el supuesto “patrón”, que somos todos los uruguayos, es invisible y quienes lo deben representar, están en otra cosa.
Ocurre además que el propio mandatario también se habría plegado a este dejar hacer cuando era ministro, según se infiere de sus propias palabras, por cuanto en la misma audición confesó que “a una señora”, en dos años y medio en que estuvo al frente de la secretaría de Ganadería, Agricultura y Pesca, “nunca la pude pescar trabajando”, y nada indica que haya adoptado las medidas del caso, para empezar.
Y tiene razón al afirmar en su audición que “así como existen bienes públicos también existen males públicos, que son hijos de nuestra historia, de nuestra tolerancia, de nuestra parsimonia y tenemos que darnos cuenta”, y agrega que “eso es parte del Uruguay, de nuestra cultura, de las cosas que debemos superar”. Pero si no empieza por corregir estos males el presidente de la República, que se supone que está para eso, ¿quién lo va a hacer? ¿Cuándo?
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