Paysandú, Miércoles 25 de Septiembre de 2013
Opinion | 18 Sep El ministro de Finanzas, Fernando Lorenzo, anunció el proyecto de profundización de la bancarización de la economía uruguaya, determinando como obligatorio el pago de retribuciones y salarios mediante tarjetas de débito, y reduciendo en un 2% el IVA para transacciones realizadas por medios electrónicos. La intención es aumentar el uso de plásticos, reducir al mismo tiempo el uso de efectivo y aumentar la importancia de la intermediación bancaria.
No obstante, Uruguay está muy lejos de poder acompañar rápidamente un proceso de bancarización como quiere el gobierno. En primer lugar, porque el uruguayo promedio que ya recibe el pago de su salario o pasividad a través de plásticos y cajeros automáticos, sacan en una sola vez todo el dinero. No usan el cajero como medio implícito de depósito; tampoco otras herramientas bancarias. Retiran todo el dinero disponible, lo que sobrecarga al sistema y desnuda una realidad clara: hay muy pocos cajeros automáticos disponibles y estos no brindan todos los servicios, usuales en otros países.
Si se profundiza la bancarización, la falta de cajeros automáticos será crónica. Eso debe tenerse en cuenta, aun cuando no se avizora una solución a corto plazo.
Por tanto, más que bancarización de la economía, lo que debe hacerse es una integración financiera, utilizando más herramientas bancarias que simplemente cobrar salarios y pasividades a través de los bancos.
Esto implica que los comercios, especialmente los medianos y pequeños, se integren también, con terminales electrónicas capaces de utilizar plásticos, lo que paulatinamente debería hacer cambiar la mentalidad uruguaya de tener todo el dinero en el bolsillo, pasando a usar las tarjetas para operaciones de compra directa.
Pero además, hay que tener en cuenta el costo de la bancarización. Los bancos cobran tasas y porcentajes por administrar el dinero de los otros (nosotros), lo que no ocurre precisamente en otros países, donde el sólo hecho de tener en depósito temporal el dinero de los clientes constituye jugoso negocio para la banca. No en Uruguay, donde las transacciones (al menos en varias tarjetas) para el retiro de dinero tienen un costo.
Esto significa que la devolución de dos puntos del IVA puede que no sea atractivo suficiente, porque el costo bancario podría ser superior. Por otra parte, ya se sabe del poder del sindicato de los bancarios cuando persiguen alguna reivindicación, y hasta qué límites llega; si toda la economía del país pasase en manos de los bancos, hasta el último ciudadano estará en manos de lo que éstos decidan.
Sin dudas, desde que aun ni siquiera se tiene discusión parlamentaria del proyecto, no se tiene conocimiento completo del mismo, y en ese sentido las próximas semanas serán claves para determinar hasta qué punto se toman las previsiones necesarias para que el proceso de bancarización de la economía sea en beneficio de la sociedad uruguaya. Lo que si queda claro es que la era del plástico está a las puertas. Aquí y ahora.
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