Paysandú, Miércoles 25 de Septiembre de 2013
Opinion | 21 Sep Recientemente se conoció un informe del Instituto de Economía de la Universidad de la República, que indica que de acuerdo a los estudios efectuados por sus técnicos, el acceso a las ceibalitas no derivó en una mejora del nivel de los estudiantes en áreas como matemáticas y la lectura, lo que a la vez ha dado lugar a aclaraciones y entredichos respecto a la utilidad que pueda tener la incorporación de estos equipos a partir de Primaria, que luego se extendieron a Secundaria y que ahora se piensa implementar algo similar --aunque mediante tablets en lugar de netbooks-- para preescolar.
Así, el director del Plan Ceibal, Miguel Brechner, subrayó que “una computadora o un celular no van a cambiar los resultados de lectura o matemáticas. Va a cambiar cuando haya programas transversales donde sea entretenido y desafiante”.
Asimismo entre sus conclusiones el informe de referencia indica que “los resultados sugieren que el Plan Ceibal no habría tenido un impacto en matemáticas y lectura ni a nivel general ni según nivel socioeconómico”, además de aclarar que los resultados “se encuentran en línea con la mayor parte de la literatura sobre el impacto del uso de computadoras en el aprendizaje, la cual encuentra resultados nulos o negativos”.
También Brechner, por su lado, reivindicó lo que considera logros del plan, y se preguntó qué es un resultado. “Qué un niño sepa sacar fotos, tocar música o tener una cantidad de derechos que antes no tenía, ¿no es un resultado? ¿Cuál es el resultado que todos están buscando? ¿Que mejore matemáticas? La transformación de la matemática y la lectura va a llevar tiempo”.
Por cierto que va a llevar tiempo, pero sin dudas que esa transformación no se hará a través de las ceibalitas o métodos electrónicos milagrosos, sino que se puede hacer por los sistemas tradicionales, el pizarrón, la tiza, el cuaderno y el lápiz, porque las computadoras personales no son instrumento para asimilar los aspectos básicos, sino para potenciarlos y agilizarlos una vez que se los tenga bien aprendidos. A modo de ejemplo, aunque las calculadoras electrónicas han estado al alcance de los estudiantes desde hace décadas, siempre estuvo “prohibido” su uso en el aula justamente para obligar a los niños y jóvenes a usar su inteligencia para hacer las operaciones, y así aprender matemáticas de verdad.
Sin dudas que cuando desde la Presidencia del Dr. Vázquez se lanzó este programa de “un niño, una computadora” no se tuvo esto en cuenta, y se hizo bajo la premisa de que se iba a contar con un instrumento formidable de aprendizaje.
Pero como lo advertimos en más de una oportunidad, se sobredimensionó la herramienta, sobre todo porque no se encararon etapas previas de aprendizaje para los propios maestros, no se incorporaron programas en los que este instrumento pudiera ser utilizado adecuadamente en la formación de los niños, ni tampoco se ponderaron debidamente los “contras” de facilitar una tecnología que puede aportar también cosas contraproducentes, como precisamente es el caso de la mayor dificultad para aprender ortografía o matemáticas si no se usan correctamente.
Así, en realidad a los niños se les regaló un juguete y como tal se intentó un aprendizaje con escaso apoyo didáctico, y por cierto, como señala Brechner, los niños han aprendido a sacar fotografías y tocar música, así como tener derechos (¿?) que no tenían antes, que suponemos debe ser el acceso a la PC portátil por alumnos de familias de escasos ingresos; lo que sí es un avance a tener en cuenta. Pero que debe situarse en su verdadera dimensión, cuando tarde o temprano la tecnología llegará a todos, de la misma forma en que hoy las antenas parabólicas están hasta en la vivienda más precaria en el Uruguay.
En la misma línea que Brechner, el director general de Primaria, Héctor Florit, evaluó para El País que los alumnos adquirieron saberes tecnológicos: “no es solamente cuanto más se aprende en matemáticas o lengua, lo importante es saber que se cuenta con nuevas herramientas que en el Siglo XXI son indispensables”.
Pero estas ventajas deben situarse en nuestra realidad y lo que indica la experiencia por sobre la teoría, que es que las PC han sido utilizadas en un gran porcentaje en bajar música y juegos, es decir en entretenimiento, y con muy escasa aplicación pedagógica, aunque ahora descubrimos que eso estaba previsto por los promotores, pese a todo lo que se dijo en su momento para justificar esta compra y masificación de la ceibalita.
La presidenta del sindicato Ademu, Raquel Bruschera, dijo por su lado respecto al proceso cognitivo que el uso de la tecnología no determina que el alumno mejore su capacidad de captar nuevos conocimientos. “Por trabajar con informática no se mejoran los aprendizajes. En todo caso es una herramienta más con la que cuenta el maestro, que es quien debe decidir cuándo y cómo se utiliza. No encontré ninguna investigación internacional que dijera que el uso de la informática mejora los aprendizajes”.
Y ese es precisamente el punto, porque la herramienta informática, sobre todo el acceso a Internet, es un elemento formidable de apoyo para ahorrar tiempo y contar con elementos para investigación, evaluaciones, procesos de razonamiento y agilización en una diversidad de trabajos, pero requiere como paso previo y fundamental el conocimiento que no se adquiere solo sacando fotos y bajando música –que hoy lo hacen con cualquier teléfono celular, como el que tienen acceso prácticamente todos los alumnos--, como parecía ser la idea primaria.
Es decir que en un apresuramiento por ser “ejemplos en el mundo” en la “democratización de la informática” en las escuelas, se implementó un sistema sin base teórica que lo respalde, con resultados que hasta ahora no están del todo claros. Aunque eso sí, cada niño tiene su computadora, que al menos se tiene la certeza que como juguete le ha sido útil.
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