Opinion | 26 Sep A través del tiempo, desde el ágora griega hasta nuestros días, el ámbito social que llamamos “plaza” se ha convertido siempre en un lugar de privilegio, donde los pueblos día a día van escribiendo su historia. Las plazas no son sólo una de las estructuras urbanas iniciales de nuestra comunidad, sino también referencia y símbolo. Paysandú no escapó a la herencia de las Leyes de Indias por las cuales para la fundación de asentamientos humanos se planteaba la plaza como centro estructural de nacimiento y desarrollo urbano. Por ejemplo, la historia de nuestra actual Plaza Constitución está intrínsecamente vinculada a la historia del pueblo sanducero y, en este sentido, alcanza con recordar que fue el principal escenario de la heroica Defensa de Paysandú.
Por otra parte, las plazas son lugares donde se dan cita, concretan y condensan intercambios con otras personas. Pero además, son lugares donde se manifiesta la crisis de la ciudad tales como el descuido, el vandalismo, la falta de seguridad y distintas formas de exclusión. En una sociedad que ha venido fragmentándose, como la nuestra, las plazas muestran también diferentes realidades. Y al igual que en otras ciudades del país, la mayoría de nuestras plazas no están diseñadas para una feliz convivencia entre diferentes edades y actividades.
Algún análisis de corte sociológico quizá pueda indicar que las plazas muestran, en definitiva, lo que somos y cómo somos. De lo que no hay duda es que son un claro reflejo de la importancia que una comunidad le da a los espacios públicos, puesto que si las intendencias o municipios no las mantienen como deberían, es la sociedad, los vecinos, quienes deben reclamar por su mejora y mantenimiento.
Por eso, congratula saber que finalmente algunas plazas de Paysandú que estaban bastante deterioradas y con señales de abandono, vienen siendo mejoradas a través del cuidado de sus áreas verdes, pequeñas refacciones, pintado e instalación de nuevos juegos para niños, por ejemplo. El cuidado de esos espacios públicos ciudadanos es algo que también debe ser trasmitido y enseñado. Por eso, cuidar las plazas es algo que nos debería comprometer a todos, porque los principales beneficiados seremos nosotros mismos.