Paysandú, Viernes 27 de Septiembre de 2013
Opinion | 22 Sep Finaliza hoy el decimonoveno Encuentro con el Patriarca, una marcha a caballo de algo más de 110 kilómetros de la que en esta edición participan al menos más de tres mil caballistas de todo el país.
En 1995 comenzó de manera modesta como un homenaje al general José Gervasio Artigas, conmemorando la fecha de su fallecimiento y casi dos décadas después se ha convertido en la mayor cabalgata que se lleva a cabo en el país y una de las más importantes a nivel internacional. En 1996 se inauguró la Casona del Patriarca y en 1997 se realizó una marcha de más de mil kilómetros hasta Asunción del Paraguay.
Y año a año, sin faltar ni siquiera uno, con apoyo de la Intendencia de Paysandú --en mayor o menor medida--, las sociedades nativistas continúan cabalgando cada setiembre hasta la meseta de Artigas, en un reencuentro con la tradición, con la historia, pero también con la diversión y con los amigos.
Lo que surgió como un homenaje “al mejor de todos nosotros”, también ha encontrado otras vías de expresión y ha permitido que aprovechando las vacaciones de Primavera muchos jóvenes participen año a año de la cabalgata, quizás sin comprender aun en toda su extensión el legado artiguista, pero sabiendo sí que se trata de una oportunidad para disfrutar de esa suerte de comunión con el caballo, de la aventura de compartir días de marcha a puro campo, fogones, noches de camping, de acercarse a la cotidianidad de quienes viven en zonas rurales.
En varias partes del mundo se realizan cabalgatas, pero del tipo del Encuentro con el Patriarca, son importantes las que se llevan a cabo en México, como la “Cabalgata por la ruta de la independencia nacional”, que lleva ya casi tres décadas en el Estado de Guanajuato, y “Tres Estados uniendo sus tradiciones”, cabalgando por Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila.
En España son tradicionales las cabalgatas del Día de Reyes Magos, y en Colombia el desfile de la Feria de las Flores, del que este año participaron más de 6.000 caballistas.
En el sur de Brasil, existen cabalgatas de más de 4.000 jinetes, que recorren cientos de kilómetros por distintos motivos, ya sea turísticos, históricos o por tradición. Por supuesto, las hay también en Uruguay, como en la Fiesta de la Patria Gaucha, en Tacuarembó. No obstante, el Encuentro con el Patriarca es único, se desarrolla en un paisaje singular y finaliza en un sitio sin igual, más allá que tiene aún gran potencial para aprovechar. Si bien no hay una estimación del dinero que los participantes gastan para participar de la cabalgata (la organización únicamente les proporciona leña), es evidente que es una buena suma. De hecho las sociedades nativistas trabajan todo el año para obtener recursos para participar de éste y otros encuentros.
Por otra parte, hay un impacto turístico el domingo en que finaliza la cabalgata, con miles de personas que se concentran en la Meseta de Artigas, lo que beneficia esencialmente a las instituciones educativas y sociales de la zona.
Si bien es claro el crecimiento, lo mismo que una mayor presencia de jóvenes y hasta de niños muy pequeños, y se aprecia un mayor involucramiento de las comunidades por donde pasa la cabalgata, se hace imprescindible inyectar a la organización con ideas nuevas para que la peregrinación a caballo renueve fuerzas y tenga todavía mayores atractivos.
Es claramente la mayor cabalgata del país, pero aun así no logra ser noticia cotidiana durante su desarrollo más allá de los límites departamentales. Y el que fuera difundido al menos a nivel nacional, sin lugar a dudas incentivaría la presencia en los años por venir de más y más turistas en la Meseta.
Por otro lado, debe incentivarse la participación de quienes sin integrar sociedades nativistas quieran disfrutar de la experiencia ecuestre. Sería claramente una buena fuente de ingresos para las aparcerías (alguna lo hace esporádicamente), que podrían alquilar cabalgaduras, monturas y brindar lo que podría definirse como “pensión completa”, proveyendo lugar donde dormir así como las comidas.
Lo que le falta al Encuentro es una visión más global de su potencial turístico. De hecho cuando las autoridades de la intendencia salen a promover las bondades del departamento en descanso y diversión, muy pocas veces recuerdan al Encuentro con el Patriarca.
Y esto quizás se deba porque aún con todo este crecimiento y del impacto que tiene en Paysandú, sigue siendo sólo “para nosotros” o los que forman parte de las aparcerías participantes.
No hay dudas que hoy como hace casi dos décadas, el legado artiguista debe estar en primer lugar, lo mismo que el respeto por la tradición gaucha, expuesta no solamente en el trote del caballo o la vestimenta sino también en el encuentro con el paisaje.
Y bueno es que quienes participan tengan tiempo y lugar para la reflexión, especialmente en esta sociedad donde pocos espacios van quedando para pensar, recordar y comprender el legado de quienes establecieron las bases de lo que hoy es nuestra nación.
Pero también debe despegar como hecho turístico puro.
Tiene los atractivos apropiados, no solamente para el turismo interno de los sanduceros que el domingo final concurren a la Meseta para disfrutar de un día donde el caballo es claro protagonista, lo mismo que el asado con cuero.
Para hacerlo, se vuelve imprescindible el trabajo coordinado entre quienes organizan el Encuentro con el Patriarca y las sociedades nativistas, para poder brindar un servicio que seguramente sería muy apreciado, porque permitiría a tantos citadinos de todo el país --en especial hay un gran potencial en Montevideo-- dejar de lado las prendas y el stress de la ciudad para durante algunos días disfrutar del medio rural y de la cultura de quienes en él residen.
La infraestructura existe, el gasto está hecho, el momento y el lugar son únicos. Sólo falta “sacarle jugo” a todo lo que se invierte.
Al final de la edición diecinueve y al mismo tiempo cerca de la vigésima, es tiempo de que tenga un real impacto turístico tanto a nivel nacional como internacional, dada la particular ubicación geopolítica de nuestro departamento. Se trata de pensar, planificar y ofrecer el producto a lo largo y a lo ancho.
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