Deportes | 23 Sep La sensación, que está flotando en el aire desde hace ya varias fechas, es que el título está definido. Y en la mañana de la víspera de nuestro país, en la noche de Singapur, esa sensación terminó por reafirmarse: Sebastian Vettel, salvo que suceda algo demasiado extraño, se transformará el tetracampeón de la Fórmula 1.
Más allá de que ganó de principio a fin el GP de Singapur, de que alcanzó su 33º triunfo en la máxima categoría del automovilismo mundial, hay que tener en cuenta que sacó 60 puntos de diferencia en lo alto de la tabla de posiciones.
Pero, sobre todo, esa sensación fue clarificada por el propio Fernando Alonso, el español de Ferrari que llegó segundo, que escolta a Vettel en el campeonato: “No se le puede ganar a Red Bull, hay que felicitarlos, son demasiados rápidos”. Más claro, imposible.
Es que el teutón sigue imparable y gana hasta de noche, como sucedió en el circuito de Marina Bay, donde no solo se subió a lo más alto del podio, sino que además hizo la vuelta más rápida tras haber salido en pole y mantenido ese primer puesto. Demasiado como para poder darle batalla.
Alonso salió bárbaro, pero fue en vano. Vettel no le aflojó en ningún momento, ni siquiera cuando en la vuelta 25 Ricciardo (su futuro compañero de equipo) se dio un palo, al punto que tras la reanudación de la carrera siguió al tranquito, sacando ventajas al pobre que quisiera plantear batalla. Y se dio el gusto de entrar a boxes y volver a salir primero.
Alonso terminó segundo, y no tuvo más que aplaudir resignado a Vettel en el podio, dejando en claro que ya está. Kimi Raikkonen, futuro compañero del español en Ferrari, se quedó con el tercer puesto tras una buena carrera, en la que partió en la 13ª posición.
Pero es una mera anécdota. La atención se la lleva Vettel, que prácticamente selló el título, el cuarto consecutivo, a su favor. Solo le falta atar el moño.