Paysandú, Viernes 04 de Octubre de 2013

El Interior, eterno postergado en cobertura médica

Opinion | 01 Oct De acuerdo a un reciente informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) Uruguay tiene una de las tasas más altas de la región en lo que refiere a médico por habitante (3,7 médicos cada 1.000 personas), lo que aparece como un buen dato si se lo toma en forma abstracta, pero resulta en una realidad muy problemática tan pronto se analiza el escenario desde el punto de vista geográfico y calidad de la atención en salud.
Para empezar, se está ante dos elementos distintos pero coincidentes: la cantidad de enfermeros disponibles para trabajar con estos profesionales, y otro es la distribución geográfica. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) estableció como meta para 2015 que los países logren reunir 25 profesionales de la salud cada 10 mil habitantes entre médicos, licenciados en enfermería y parteras, pero Uruguay sobrepasa esta meta con 63 profesionales.
Sin embargo, la composición de ese grupo preocupa al Ministerio de Salud Pública (MSP), porque la mayoría son médicos. De hecho, según datos de 2012, los galenos constituyen la mayor parte de los recursos humanos en salud. Los enfermeros son el 23,8% y las parteras apenas 3% y todo indica que esta realidad no va a cambiar mucho en los próximos años.
Si bien la formación de licenciados en enfermería aumentó 20% entre 2008 y 2012, de continuar a ese ritmo solo representarán el 25% de la fuerza laboral médica. En cambio la cantidad de parteras no preocupa a las autoridades ya que sus funciones también son cumplidas por ginecólogos.
Pero por otro lado la desproporción incumple otra de las metas de la OPS, que plantea que por cada médico debe haber un licenciado en enfermería. En Uruguay esta relación es de 3,1 médicos por cada enfermero. En el MSP entienden que la meta fue pensada para otros países en los que la relación se da a la inversa. Sin embargo, el informe reconoce que hay una “sobrerepresentación” de estos profesionales en el sistema y, además, admite que si bien la brecha se ha ido acortando, la situación no va a cambiar en el mediano plazo.
Pero sin dudas que este no es el mayor problema que padece el Uruguay, por cuanto existe una realidad que lejos de revertirse con el paso de las décadas, se ha ido agravando, y es el hecho de que la enorme mayoría de los médicos está radicada en Montevideo, y en menor medida en las ciudades del Interior, por lo que además de estar discriminado negativamente el Interior, mucho más lo está el interior profundo.
Según datos del MSP, la meta de OPS, de que haya 25 profesionales cada 10 mil habitantes, se cumple con creces en Montevideo (con 78,8), pero no en el Interior, donde en promedio hay 21,7 profesionales. Artigas es el departamento en peor situación, con apenas 13,8 especialistas. De los 19 departamentos, solo Montevideo y Maldonado superan la meta.
Estas cifras son elocuentes respecto a la cobertura médica tan disímil que se da en el Uruguay: el solo hecho de mencionar que mientras en Montevideo hay más de setenta y ocho médicos cada 10.000 habitantes, y que en el Interior esta relación es de solo unos 20 cada 10.000, da la pauta del panorama notoriamente diferente que se vive en materia de atención de salud entre capital e Interior, que se ve reafirmada también por el hecho de que hasta ahora todos los institutos de medicina altamente especializada (IMAE) están radicados al sur del Santa Lucía. Asimismo, a la vez que existe una notoria diferencia de oportunidades ente los jóvenes de Montevideo e Interior en cuanto a acceder a una carrera universitaria, en este caso la medicina, ocurre que muchos de los universitarios procedentes del Interior que estudian en Montevideo optan por radicarse en la capital, por cuanto les resulta mucho más atractivo desde el punto de vista profesional, en cuanto a oportunidades laborales, capacitación y especialización.
La elección está influida principalmente por las condiciones laborales --si el trasladarse supone ingresar en el multiempleo-- y las características personales del médico, y para obtener una cobertura global a nivel nacional deberían implementarse políticas que sustenten el desarrollo sanitario de la región con más establecimientos de salud, fomentar el desarrollo profesional y académico del médico del Interior.
Asimismo uno de los factores distorsionantes en la distribución de los profesionales radica en que la actividad académica está basada en Montevideo, con una presencia relevante de la Facultad de Medicina, a lo que se agregan visiones y prejuicios contra la posibilidad de que el médico arriesgue por trasladarse al Interior, además de la falta de formación permanente, como los posgrados, y el desarraigo que implica.
Pero a estos aspectos negativos debe responderse con decisiones que realmente tiendan desde el poder central a revertir las distorsiones, es decir poniendo en marcha políticas integrales para la radicación y sobre todo el retorno del médico oriundo, sin olvidar que el profesional ha sido formado gratuitamente en la Universidad, gracias al aporte de todos los uruguayos, y que la radicación, aunque fuera temporal, en el Interior, sería la mejor forma de retribuir el esfuerzo de toda la sociedad.


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