Paysandú, Viernes 04 de Octubre de 2013
Opinion | 04 Oct Es notorio que la educación en el Uruguay, a sus graves problemas de pérdida de calidad y deserción, agrega una desactualización de sus programas respecto a la realidad laboral del país, y responde a planes de estudio de hace décadas, con un Uruguay muy distinto al que tenemos en el nuevo siglo, por citar un período aproximado, pero no necesariamente rigurosamente certero.
Durante la crisis de 2002, como elemento agravante, se registró una profunda recesión, cierre de empresas y pérdida de empleos en el sector privado --los funcionarios públicos no sienten las crisis, por su carácter de inamovibles-- y ello llevó a que miles de trabajadores quedaran sin su fuente de trabajo, y lo que es peor, desactualizados respecto a las necesidades del mercado de trabajo, sobre todo en determinada áreas.
Esta brecha ha sido paliada parcialmente por cursos que se ofrecen por ejemplo a través de UTU y también institutos privados, sin olvidar que la Universidad de la República está ofreciendo más carreras rápidas que tienden a capacitar a jóvenes para emplearse en empresas que han volcado inversiones en áreas de actividad que han tenido gran expansión en los últimos años, como las forestales, por nombrar un caso que nos toca muy de cerca a los sanduceros.
Pero con todo, y pese al viento de cola internacional que ha soplado en la última década, es notorio que hay un desfasaje entre la demanda de mano de obra y la oferta que surge de nuestros centros de enseñanza, porque además se está ante esquemas rígidos que hacen que la preparación para asumir compromisos laborales no solo sea insuficiente y desactualizada, sino que la pérdida de valores en el núcleo familiar y nuestra sociedad también hace que los jóvenes adquieran menos compromisos ante la vida y el ámbito laboral.
A la vez, a partir de la crisis y este escenario de desfasaje entre la oferta y la demanda laboral, se han instrumentado políticas de inserción laboral cuyo instrumento principal ha sido el Inefop, (Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional), en coordinación con la Dirección Nacional de Empleo.
Pero recientemente se ha conocido un informe del Banco Mundial que considera que las políticas de inserción en el mercado de trabajo que impulsa el gobierno de Uruguay no dan los resultados esperados por no poder conectar las necesidades del mercado y la demanda de trabajo.
Según da cuenta El Observador, si bien el organismo destacó los esfuerzos de la citada dirección y del Inefop en este sentido, recomendó mejorar sus mecanismos “dado que generalmente la capacitación brindada no resulta pertinente a las necesidades del sector productivo”, a la vez de subrayar que una de las barreras de acceso al mercado de trabajo “es el bajo nivel de educación de la mano de obra”.
Esta observación, empero, no es compartida por el director general del Inefop, Juan Manuel Rodríguez, quien señaló al matutino que “los cursos de capacitación que se brindan son los solicitados por los empresarios y trabajadores, que incluso están representados en el directorio del organismo. No hubo un solo caso donde un empresario pidiera una capacitación específica y se la haya negado”, puntualizó el jerarca, quien recordó que en sus cuatro años de existencia, Inefop capacitó a 55.000 personas con fondos aportados por empleados y empleadores, que anualmente llegan a los 18 millones de dólares.
Igualmente reconoció Rodríguez que debería existir un estudio o encuesta permanente para conocer las opiniones empresariales en todo el país sobre las necesidades de mano de obra y subrayó que el instituto firmó con la Universidad de la República un acuerdo para que diseñe esa encuesta, por la que se determinará qué cargos y niveles de capacitación se necesitarán en forma inmediata dentro de uno, dos o tres años.
Cuestionó asimismo que “esa información hoy no está y tampoco la tiene el Banco Mundial, a pesar de lo cual opina”, en tanto el informe del organismo internacional establece que la educación constituye un factor determinado de la estratificación del mercado del trabajo “y las políticas activas debieran tener entre sus principales objetivos contribuir a reducir la brecha de calificación predominante al interior de la oferta laboral”.
En realidad, no haría falta ninguna encuesta para inferir que sigue el desfasaje entre los requerimientos de la demanda y la oferta de mano de obra, pero siempre es pertinente contar con datos fehacientes en un relevamiento bien sustentado, sobre los fundamentos para que se de este escenario.
Y haría bien el Inefop, porque es de buen criterio, aceptar las críticas y redoblar un trabajo que ha tenido sus éxitos parciales, teniendo en cuenta la magnitud del desafío, que naturalmente no podrá ser absorbido por un solo organismo, sino que requiere las respuestas de reforma de nuestro sistema educativo que se siguen postergando, sin siquiera diagnósticos para actuar en consecuencia y por lo tanto con profundas interrogantes sobe lo que nos espera en el futuro inmediato.
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