Paysandú, Lunes 07 de Octubre de 2013
Locales | 03 Oct La Universidad de la República entregó días pasados el título de Doctor Honoris Causa al sanducero Daniel Vidart, quien durante más de 60 años ha desarrollado una intensa actividad académica en el campo de la antropología cultural.
La ceremonia se realizó en el Paraninfo y contó con la participación del ministro de Educación y Cultura, Ricardo Ehrlich, el rector de la UdelaR, Rodrigo Arocena, la directora del Centro Universitario de Paysandú, Margarita Heinzen, y el profesor José López Mazz, que tuvo a cargo reseñar la trayectoria de Vidart. El documento leído por López Mazz señala que el trabajo de Vidart estuvo estrechamente ligado a la consolidación académica de las ciencias antropológicas en nuestro país. Entre sus aportes decisivos, destaca “su convicción sobre las virtudes teóricas y metodológicas de los estudios culturales. Vidart se traslada cuidadosamente desde la sociología rural a la antropología, en momentos en que el estudio del uruguayo se hacía casi exclusivamente a través de la perspectiva histórica”. Este giro metodológico posibilitó el rescate de temas clave para nuestra identidad, en relación con la contribución inmigrante, nuestro origen criollo, su dimensión étnica y las contribuciones biológicas y culturales de las naciones americanas.
La fundamentación expresa que Vidart incursionó además en el estudio de los pueblos indígenas y en nuestra prehistoria, y aportó una alternativa a la explicación imperante de un Uruguay “visto como un epifenómeno de la expansión industrial, del desarrollo mercantil y únicamente de la inmigración europea”. Se interesó también por la relación del hombre con la naturaleza y la sociología del paisaje. La dictadura en nuestro país determinó su exilio, y en contacto con nuevas culturas desarrolló el estudio de la filosofía ambiental.
El documento afirma que “a medida que avanza el tiempo biológico del autor su agenda se hace cada vez más joven”, en virtud de su “polifacética mirada”.
POR INCIATIVA DEL CUP
El rector Rodrigo Arocena explicó que la propuesta de otorgar el doctorado Honoris Causa partió del Centro Universitario de Paysandú y que el Consejo Directivo Central (CDC) la aprobó por unanimidad.
Tras recibir la distinción de manos del rector, Vidart se dirigió al público con un agradecimiento “desde el espacio humano, donde el sentimiento avasalla a la razón”. Aseguró haber “caminado mucho” y dijo que siendo “hijo del Uruguay profundo” tuvo “la fortuna de circundar nuestro hogar terrestre; la ruta más corta para conocerse a sí mismo es dar la vuelta al mundo”.
Expresó que el contacto con otras culturas lo ayudó a “romper los barrotes de la jaula de hierro del etnocentrismo” y a tratar de “develar, en la diversidad de las costumbres, los universales de la condición humana”. Explicó que el antropólogo es “un curioso impertinente que pisotea la hojarasca de los prejuicios, en especial, los racistas”. Vidart se refirió a la Universidad de la República, indicando que es una institución “que ha vivido una intensa, valiente y ejemplar historia”. Como forma de homenaje a la UdelaR citó fragmentos de un documento aprobado por el CDC en 1990, en el que se afirmaba que los fines universitarios “son la generación, transmisión, aplicación y crítica del conocimiento” y que “para lograr estos objetivos es imprescindible un particular clima de libertad intelectual, de pluralidad y abierta confrontación de las ideas, que solo es posible cuando los actores disfrutan de la más amplia autonomía y de reales posibilidades de participación institucional”.
Vidart remarcó el valor de la función crítica y de la utilización del saber científico en favor del cuerpo social. Añadió que “el conocimiento asciende desde la praxis social hacia las abstracciones de la teoría, verum factum, ‘la verdad está en los hechos’, como escribió Giambattista Vico”.
ASIGNATURA OBLIGATORIA
El investigador aseguró haber “recibido mucho” de la Universidad y expresó su intención de brindar a cambio una “bien fundada propuesta”. En este sentido sugirió que los estudios antropológicos estén presentes en todas las facultades, escuelas e institutos universitarios “como una asignatura obligatoria”. Explicó que la antropología enseña a relativizar, a destruir los preconceptos, los prejuicios y los mitos nacionalistas, “a comprender y confraternizar con quien no habla nuestra lengua ni practica nuestras costumbres, ni comulga con nuestras antropovisiones y cosmovisiones”. Declaró que es una ciencia capaz de atravesar las diferentes especializaciones universitarias y aportarles escala humanística. Vidart también señaló la conveniencia de crear una cátedra de estudios afrouruguayos, argumentando que esa comunidad está entre nosotros, ha sido maltratada y excluida, “mientras que los indígenas, a quienes se les dedica copiosos estudios, ya no forman comunidades tribales de espaldas a la civilización que los rige”. Agregó que “tenemos una histórica deuda moral, social y económica con los afrouruguayos, que debe ser saldada”.
PAYSANDÚ NATAL
Para finalizar se refirió a los sanduceros, al Centro Universitario de Paysandú y a su propio sentir “paisano”. “No quiero terminar estas palabras sin volver los ojos del alma a mi Paysandú natal, esa añorada tierra de valientes. Los generosos miembros del Centro Universitario sanducero destacaron, al fundamentar el pedido de la gracia que hoy se me concede, mi espíritu de lucha, mi pulseada tenaz contra el infortunio, mi fortaleza para soportar los cimbronazos del tiempo. Esto es lo que más aprecio y coloco por encima de la labor intelectual, fruto de un pensamiento hasta hoy nunca dormido”.
“Soy un hijo del campo, un hombre de a caballo desmontado por la tarea incesante de pensar y escribir, luego de haber viajado por un mundo cada vez menos ancho pero también, no obstante la tan llevada y traída globalización, cada vez más ajeno”.
“El destino me ha condenado, pues, a una existencia semi sedentaria que manea mis ansias de aire libre y campo abierto. Pero el paisanito que me anda por dentro, chicoteando memorias y despuntando esperanzas, me acompaña siempre”.
“Por eso, porque los sanduceros nacidos en una patria chica de varones templados y mujeres valerosas somos duros de pelar, cierro este testimonio de gratitud con unos versos alusivos del Martín Fierro: ‘Y con esto me despido/ sin espresar hasta cuándo;/siempre corta por lo blando/el que busca lo seguro;/mas yo corto por lo duro,/y ansí he de seguir cortando.’”
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